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colmar los deseos llega el tedio y la felicidad se convierte en un estado ilusorio que consiste exclusivamente en la supresión del dolor causado por la satisfacción de un deseo. Como bien dice Cali- cles, el hombre del que habla Sócrates, se asemeja a una piedra, incapaz de sentir placer ni dolor. Sin embargo, el rico desea ser rico; dicho con más precisión: desea seguir siendo rico, desea serlo en el futuro. De alguna manera, desea algo de lo que carece, pues no posee las riquezas futuras. De ahí que, en el Banquete , Éros sea deseo de belleza, de engendrar en la belleza y, al mismo tiempo, de inmortalidad. Se plantea así un interrogante para el que no parece haber una respuesta clara: ¿no es Éros un deseo siempre insatisfe- cho para todos los que vivimos en un mundo alejado de la inmor- talidad y la eternidad, un deseo de los bienes futuros de los que ahora carecemos? 30 En cualquier caso, Sócrates se va a preocupar más de refutar el hedonismo radical de Calicles que de demostrar su propia posición. La identificación sin excepciones del bien y el placer acaba necesa- riamente en contradicciones. Cuando el enemigo se retira de la gue- rra experimentan placer tanto el valiente como el cobarde, éste inclu- so un poco más. Siendo así, el cobarde es tan bueno como el valiente o mejor, conclusión, a todas luces, inaceptable. “ Hace tiempo que te escucho, Sócrates, asintiendo a tus palabras y meditando que, aun- que por broma se te conceda cualquier cosa, te agarras contento a ella como los niños. Como si tú creyeras que yo, o cualquier otro hom- bre, no juzgo que unos placeres son mejores y otros peores” 31 . A pesar de que Calicles acusa continuamente a Sócrates de servirse de sofis- mas y juegos de palabras, rectifica en este punto su propia posición, pues resulta evidente que hay placeres que son útiles y beneficiosos para el individuo (es decir, buenos) y otros que no lo son. Hecha esta distinción, cabe añadir que hay ocupaciones que buscan el placer, como la culinaria, y otras que se dirigen al bien (del cuerpo en este 618 IGNACIO GARCÍA PEÑA 30 ¿No nos llevará el deseo al dolor por su constante insatisfacción, de tal manera que “ ningún objeto del querer puede, una vez conseguido, procurar una satisfacción duradera y que no se retire jamás, sino que siempre se asemeja tan sólo a la limosna echada al mendigo y que sustenta hoy su vida, para prolongar maña- na el tormento ”? (A. SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación , § 38). 31 PLATÓN, Gorgias , 499b.

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