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hay dos tipos de artes, una encaminada a mantener la salud y otra a restituirla cuando se pierde. La gimnasia mantiene la salud, mien- tras la medicina la restablece. Pero hay otras pseudo-artes que, por su desconocimiento, no buscan la salud verdadera sino la aparien- cia de ella, como son la cosmética y la culinaria. “ Para no extender- me más, voy a hablarte como los geómetras, pues tal vez así me com- prendas: la cosmética es a la gimnástica lo que la culinaria es a la medicina; o, mejor: la cosmética es a la gimnástica lo que la sofísti- ca a la legislación, y la culinaria es a la medicina lo que la retórica es a la justicia” 24 . Es en este punto donde enlazamos con el tema del placer. Lo que Sócrates está criticando es el desconocimiento por parte de los sofistas de la justicia, de lo bueno y lo bello y, al mismo tiempo, su intención de persuadir al pueblo de que conocen lo que es mejor para la ciudad y los ciudadanos. El sofista es como el cocinero, que desconoce la manera de restablecer la salud y, sin embargo, nos ofrece alimentos placenteros haciéndonos creer que por ello son buenos. La conclusión que sacamos de las palabras de Sócrates es que el placer es apariencia de bien. Pero, ¿no había dicho en el Pro- tágoras que el placer es bueno? La contradicción que algunos quie- ren ver aquí no es más que una pequeña confusión terminológica. En el Protágoras se decía que el placer es bueno considerado exclu- sivamente en cuanto placer, sin atender a sus consecuencias. La ver- dadera identificación de bien y placer la encontramos en las pala- bras de Calicles, que dialoga con Sócrates una vez que éste ha desconcertado con sus preguntas tanto a Gorgias como a Polo. Éste se ha visto obligado a aceptar que es peor cometer injusticia que sufrirla y que es más feliz quien recibe un justo castigo que quien sale impune de sus malos actos. Nunca encontraremos un interlocu- 614 IGNACIO GARCÍA PEÑA 24 Ib ., 465b-c. Vives comenta ( O. c ., 106-107) que es Platón quien, por pri- mera vez, otorga un sentido con cierto matiz peyorativo al término ejmpeiriva , que se traduce aquí por práctica mejor que por experiencia, aplicado a la culinaria, la cos- mética, la sofística y la retórica, en contraposición a las tevcnai , que no se basan en la acumulación de experiencias sino en la aplicación de conocimientos. Esta distin- ción se establece sobre la ya insinuada entre ejpisthvmh y dovxa , por más que esta últi- ma pueda ser correcta. Platón se toma la molestia de definir sus conceptos y de esta- blecer una terminología filosófica precisa, a pesar de que, en ocasiones, se tome también ciertas licencias en beneficio de la brillantez literaria.

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