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dos piedras, sino que han de sopesarse el placer y dolor futuros, que experimentaríamos o evitaríamos en el futuro. Al margen de lo com- plicado que resultaría asignar un número a nuestra cantidad de pla- cer, el gran problema estriba en las dotes, en cierto sentido adivina- torias, que ha de poseer quien lleve a cabo esta medición 15 . A pesar de lo dicho, no se puede hacer una crítica consistente del método en cuestión, ya que faltan por dilucidar algunos aspectos que resultan fundamentales para la puesta en práctica del mismo: aún no se ha detenido Platón en el estudio de la naturaleza del pla- cer y sus especies ni tampoco en esa resistencia que ofrece lo subje- tivo a establecerse como criterio de medida. Veremos cómo, poste- riormente, el propio autor tomará conciencia de los problemas que suscita este método, en el que aquí aún no le interesaba detenerse. Antes de exponer las conclusiones generales del diálogo, debe- mos añadir lo fácil que resulta ahora convencer al auditorio de la identidad del valor con las demás virtudes. El elemento común de las virtudes es, cómo no, el conocimiento. Esa es la diferencia entre el valiente y el cobarde. Éste sólo conoce lo perjudicial de la gue- rra, sus efectos más inmediatos, el peligro que corre su vida. El valiente, en cambio, conoce los beneficios futuros, sabe que su con- tribución puede llevar a la victoria y la libertad de su pueblo, al honor y la gloria 16 . Y, en la balanza de un griego, estos “placeres” tienen mucho más peso que los dolores que puedan sufrirse en la batalla. LA EVOLUCIÓN DE LA TEORÍA PLATÓNICA DEL PLACER 609 15 Para profundizar en esta cuestión, es muy recomendable la lectura del capítulo «Paradojas de la moral concebida como “techne”» en J. VIVES, Génesis y evo- lución de la ética platónica (Madrid 1970) 38-93, en el que el autor destaca la difi- cultad de aplicar este método preciso y cuantitativo debido a que, en principio, no puede delimitarse el objeto de la ética como algo exterior al hombre, al mismo tiem- po que, en las verdaderas tevcnai , tanto el fin que persigue como los medios para alcanzarlo son objetivos y están bien definidos. Por eso Platón postulará un fin obje- tivo y universal para que, una vez conocido, el agente moral pueda, como el técni- co, establecer y aplicar los medios que conducen al mismo. 16 En Laques , 199c, se dio una definición del valor que bien podría haberse asemejado a la de la misma virtud: “ Ahora, según parece, de acuerdo con tu respues- ta, el valor es no sólo el conocimiento de lo temible y lo reconfortante, sino, en gene- ral, el conocimiento de lo bueno y lo malo de cualquier condición ”.
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