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de Nazaret sufrió la muerte a manos de los violentos, por querer establecer el Reino de Dios en el mundo. El tema de la violencia y el miedo dentro del cristianismo es estudiado también desde la perspectiva propia de teología sistemá- tica. Recogemos algunos testimonios. F. Varone se propone defender al Dios cristiano del calificativo de “sádico”. Rechaza tal calificativo, porque Dios no ama el dolor ni se complace en él, ni hace sufrir nadie. El atribuir esto a Dios podría tener su base en enseñanzas y creencias cristianas tales como los castigos descomunales impuestos a toda la especie humana por el pecado del hombre primero. Y, sobre todo, sería “sádico” si fuese verdadera la afirmación, solemne y constante en la teología y en la predicación cristiana, de que Dios exige a su Hijo que sufra los tor- mentos de la pasión y muerte para expiar los pecados de los hom- bres. J.M. Estrada dedica un libro a estudiar Las imágenes de Dios . Hay allí estudios sobre el Dios violento de la Biblia, sobre la intole- rancia en el monoteísmo, sobre las interferencias inevitables, pero llenas de riesgos, entre el ejercicio de la autoridad por parte de los políticos y de las jerarquías religiosas. J .Mª. Castillo hace una críti- ca de la figura del Dios vengativo y castigador del pecado, tan fre- cuente entre cristianos; de la creencia en que los sufrimientos de la vida sean castigo de Dios por el pecado de Adán; de la teoría de la satisfacción penal y sus diversas aplicaciones. También en su obra Dios y la felicidad humana somete a crítica las ideas corrientes sobre el Dios justiciero castigador; sobre el Dios omnipotente que no puede menos de infundir miedo a los hombres, puesto que es un Dios que, por el pecado de uno, castiga a todos los hombres con tantas miserias. Y que no les va a levantar el castigo, incluso des- pués de que Cristo, según se dice, ha muerto para satisfacer por los pecados de los hombres. El cristianismo histórico parece víctima de una especie de “obsesión de pecado”, al cual eleva a la categoría de ofensa “infinita” del Creador. Para así justificar el hecho de que Dios exija, por tal pecado, una satisfacción infinita. Y justamente amena- ce con infinitas penas infernales para incontables seres humanos, como castigo de tan inmensos pecados. M. Bellet trata el tema del Dios “violento” bajo el título El Dios perverso . Título que él mismo reconoce que es abominable, dema- 558 ALEJANDRO DE VILLALMONTE, OFMCap

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