NG200603002

Mirada retrospectiva. Terminamos nuestro trabajo con una mirada panorámica, retrospectiva y sintética sobre lo expuesto en páginas anteriores. Nuestra reflexión se ha apoyado en la afirmación axiomática de que el Cristianismo es la religión del amor porque, para el cristiano, Dios es Amor . Pero es innegable el hecho histórico de que el Dios cristiano no siempre ha sido presentado y vivido como Dios Amor . Con frecuencia lo ha sido como “Dios Miedo”: violento, iracundo, justiciero. ¿Por qué y cómo “El Miedo” entró en el cuerpo de una Comunidad reunida en torno al Dios Amor? La pregunta podría ser estudiada y respondida desde diversas perspectivas. Nosotros, sin pretender ser completos en el estudio de las causas de este fenómeno y menos exclusivos, presentamos esta respuesta: La doctrina del pecado original ha sido la causa más originaria y, al propio tiempo, de más decisiva en la presencia de “El Miedo” dentro de la religión del amor, la religión cristiana . En efecto, según la doctrina tradicional, el pecado original habría trasformado a la entera la raza humana en “masa de pecha- do ante Dios. Y, correlativamente, según se dijo, el rostro de Dios, de benévolo y amoroso, se habría tornado iracundo y justiciero para con el hombre (p. 563 ). Es decir, el enorme pecado originario habría establecido una nueva situación en la relación Dios –hombre: del Ordo amoris se pasa al Ordo iustitiae, como hemos comentado. La relación armóni- ca se torna en la relación dialéctica de Juez–reo. Todavía en fecha reciente se ha podido escribir una antropología cristiana bajo el títu- lo “Dios y su rebelde” 48 . A este hombre reo y rebelde la magnanimi- dad de Dios podría haberle perdonado la culpa. Pero, en este CRISTIANISMO, ¿RELIGIÓN DEL AMOR-RELIGIÓN DEL MIEDO? 593 48 En fecha cercana, el teólogo protestante E. BRUNNER publicó un libro titulado, Gott und sein Rebell. Eine theologische Anthropologie (Hamburg 1958). ID., Der Mensch im Widersprchu t (Zürich 1965). En el sig. XVII, en el círculo de la escue- la berulliana, por lo demás, cultivadora de una espiritualidad muy elevada y noble se escribió un libro bajo el título , “ L’Homme criminel ou la corruption de la Natu- re par le péché selon les Sentiments de S. Augustin ” (Paris 1644). Otros testimonios en J. DELUMEAU, Le péché , 321-331; bajo el significativo título, “ L’homme criminel et le Dieu terrible”.

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