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ninguno !” 5 . A juicio de Nietzsche, el Dios merecedor de tal veredic- to, sería el Dios de la tradición cristiana. Otro testigo de la convicción de que el miedo hace y mantiene el culto a los dioses lo encontramos en J.P. Sartre. Por ejemplo, en su comedia Las moscas 6 . El desarrollo del drama sartriano parece un calco y una caricatura de la doctrina cristiana del pecado original . Existe un pecado ancestral, un “viejo pecado” cometido por Egisto, rey y padre de la ciudad de Argos. De tal pecado los ciudadanos de Argos se sienten vaga, pero obsesivamente culpables (Adán, padre de la tribu humana, cometió un pecado del cual todos sus descen- dientes se sienten solidarios en culpa y pena). Este pecado origina- rio, primordial es el originante de todos los males que acosan a la ciudad de Argos. (El pecado de Adán, dicen los cristianos, es el ori- gen de todos los males que padece la raza humana). Sobre este mor- boso sentimiento de culpabilidad eleva Sartre su crítica radical y uni- versal a la idea Dios. Ofensiva generalizada contra el Dios violento . Desde hace varios decenios se ha suscitado una que llamaríamos ofensiva gene- ral contra el Dios “violento ”. Este Dios ‘violento’ será, como es fácil suponer, el Dios de la tradición cristiana. Los descreídos y ateos de nuestra época pretenden eliminar de la cultura occidental, altamen- te desarrollada y humanizada, la figura del Dios violento, justiciero. Porque ella habría sido el justificante ideológico, doctrinal y sagra- do de tantas violencias como han cometido las religiones monoteís- tas en la historia de Occidente: las Inquisiciones, las persecuciones de brujas, de judíos, de las guerras de religión. Y precisamente bajo el impulso de su monoteísmo puro y duro. El tema es muy amplio y no puede ser tratado aquí, aunque haya surgido en conexión con el tema que tratamos. Damos la información indispensable para entrar en el desarrollo del tema propuesto. 556 ALEJANDRO DE VILLALMONTE, OFMCap 5 F. NIETZSCHE, Genealogía de la, moral , especialmente el tratado II . Así hablaba Zaratustra, P.II: Los tránsfugas; P. IIII: Acerca del hombre superior; fuera de servicio; el más feo de los hombres., 6 J.P. SARTRE , Las moscas y otros escritos ( Buenos Aires 1948). Una buena condensación y comentario filosófico a esta obra la ofrece D. CASTILLO, Las mos- cas (de J. P. Sartre ). Claves filosóficas de interpretación (Salamanca 1992).
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