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mos de alguno de los aspectos de esta discusión. El libro refleja una polémica farragosa, ampulosa, pasional y no exenta de agresividad por ambas partes. Sin perder apasionamiento ni ampulosidad retóri- ca, hay un momento en que la discusión alcanza una alta calidad teológica. La teoría del pecado original propuesta por Agustín es dis- cutida “bajo la razón de deidad” (sub ratione deitatis). Esta discusión que mantenemos sobre el pecado original, en última instancia, es uno discusión sobre el concepto cristiano de Dios. Si Dios es Dios, ha de ser plenamente justo 37 . Pero, a juicio del obispo Julián, la actuación de Dios en el feo asunto del pecado original no responde a las exigencias de justicia tal como puede percibirla la razón humana. Ésta no puede aceptar: a) que Dios castigue a todo el género humano por los siglos de los siglos por el pecado de uno solo; b) que el castigo sea tan incom- prensiblemente duro y desproporcionado para tal pecado, y degra- dante para el hombre pecador. Responde Agustín que Julián juzga el hecho del pecado y su castigo por Dios según los alcances de la razón y los módulos de la justicia humana. No tiene en cuenta que los procedimientos de la justicia específicamente “divina” son insondables para la mente humana, según propone Pablo en Rm 11,33-35 . La misteriosidad y profundidad insondable de la justicia divina la ve Agustín, en estos dos momentos: 1) sin faltar a la justicia puede castigar y castiga en el padre Adán los pecados de sus hijos; 2) sólo Dios puede valorar el pecado de Adán en su inmensa gravedad y castigarlo con el rigor debido. Al leer el razonamiento de Agustín una sensibilidad cristia- na apenas puede evitar la molesta impresión de que lo específico, lo exclusivo de la justicia de Dios sería el que, bajo su impulso, Dios castiga más y más a fondo que la justicia humana. Como es sabido, Agustín hizo escuela en el cristianismo occi- dental. S. Anselmo reafirmó estas ideas hablando del deshonor infi- CRISTIANISMO, ¿RELIGIÓN DEL AMOR-RELIGIÓN DEL MIEDO? 583 37 “Discrepas (Agustín) de los católicos, no en la cuestión esta ( del pecado original), sino en la cuestión de Dios”. Presenta Agustín un Dios lleno de inmodera- ción tiránica, de bárbara iniquidad, de perfidia púnica, próximo a los ensueños maniqueos. Un Dios pagano tal vez, pero no el Dios de Jesucristo , C. Jul op. imperf. V.63. Otros textos similares y su comentario en A. DE VILLALMONTE, “ Miseria” humana y pecado original. Un gran tema agustiniano ”, en Revista Agustiniana 33 (1992) 134. 111-151.
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