NG200603002
figuras. Aquí nos interesa someter a crítica la afirmación de que tales figuras hayan sido asumidas por la justicia de Dios como instrumen- tos para castigar lo pecados de los hombres. Resumiendo nuestra valoración en un solo enunciado sintético decimos: es incompatible con el concepto cristiano de Dios Amor el afirmar que, como castigo de cualesquiera pecados, Dios: 1) someta al género humano a la esclavitud de Satanás; 2) someta a tanta “miseria” como sufren todos los mortales, el (supuesto) pecado del (supuesto) protoparente de la raza humana; 3) que, allende la muerte, castigu e con las penas eternas del infierno a ningún pecador humano. Miedo a Dios y miedo a la libertad. Es uno de los efectos que sintetizan la situación anteriormente descrita. Nada extraño que, en una sociedad impregnada durante siglos en las mencionadas creen- cias elevadas, además, a la categoría de dogmas sagrados e incon- cusos, surgiese el miedo al Dios justiciero y castigador de los seres humanos, incluidos los recién nacidos. Que no les levanta los casti- gos ni siquiera después de que Cristo haya muerto para librarnos de la esclavitud de “El Pecado”. Y, visto este acontecimiento desde su vertiente humana, nada extraño que haya surgido en la historia reli- giosa y cultural del Occidente cristiano el fenómeno del “miedo a la libertad”. 578 ALEJANDRO DE VILLALMONTE, OFMCap pecado original ha contribuido a crear el miedo en la Comunidad cristiana: miedo a Dios encolerizado por el pecado y miedo al hombre radicalmente pervertido por el pecado. Sobre el tema del infierno, A. de VILLALMONTE, Infierno, verdad eterna , en Naturaleza y Gracia 10 (1963) 3-36; 217-263; ID., El infierno en la cura de almas , en Naturaleza y Gracia 11 (1964 ) 3-69. Desde entonces, se ha endurecido la crítica a la doctrina tradicional, exigiendo una explicación más actualizada de esta verdad, A. de VILLALOMNTE, El cisma sumergido en la Iglesia católica , l.c. pp. 480-487: Infierno , ¿verdad eterna ? Desde el punto de vista histórico es de gran interés G. MINOIS, Historia de los infierno s (Barcelona 1994). Toda religión tiene su ‘infierno’. Por desgracia, el infierno de la religión cristiana, con sus penas infinitas en intensi- dad y duración, es el más terrible de todos los infiernos imaginados hasta ahora. Imposible de superar en su horrible grandeza. Pues en él “se hallan todos los males sin haber bien ninguno ”, dice el catecismo de Astete.
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