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idea de Dios Padre y el hombre hijo de Dios. El proceso de la recon- ciliación del pecador se realiza sobre la pauta que marca la parábo- la del hijo pródigo y de la oveja perdida. Parece claro que no tiene sentido que el amor conyugal o el amor entre padres e hijos se intente recuperar imponiendo un castigo al que ha sido infiel. Los tres grandes miedos del cristianismo occidental. Anterior- mente mentábamos al Diablo, a “El Pecado”, al Infierno como per- sonificaciones simbólico míticas, poéticas del conjunto de la fuerzas del mal y el sufrimiento que trabajan en el gran teatro del mundo. Y, lo más interesante y comprometido para nuestro tema es que, estos tres agentes del mal y productores de miedo, se dice que actú- an como ministros de la justicia divina que castiga, por medio de ellos, el pecado de los hombres. Cada uno de estos tres “miedos” ha sido, durante dos milenios, tema interminable de reflexión teológi- ca y de la práctica pastoral. Ahora hablamos de ellos, en pocas líne- as, en cuanto que su exuberante presencia en la historia del cristia- nismo ha perjudicado notablemente al buen nombre de éste como religión del amor y no del miedo. Por lo demás, es fácil observar que estos tres “miedos” operan en perfecta simbiosis e intercambio de funciones del uno con los otros. Y que los tres emanan y son una creación de la justicia divina. Desde el punto de vista genético se destaca la acción inicial de “El Pecado”, en su forma de ‘pecado de Adán”. Él provocó, se dice, la ira de Dios, su justicia vengadora, la cual habría puesto a toda la raza adánica bajo la esclavitud del Dia- blo, de “El Pecado”, del Infierno. Sobre cada una de estas tres figuras el Diablo, “El Pecado” (el pecado original), el Infierno, y sobre la valoración teológica que nos merecen, hemos hablado en otras ocasiones, incluso con profu- sión 32 . Dejamos en su propio tamaño y contenido objetivo estas CRISTIANISMO, ¿RELIGIÓN DEL AMOR-RELIGIÓN DEL MIEDO? 577 32 Sobre estos tres “grandes miedos” dentro de la cultura occidental he habla- do en Cristianismo sin pecado original , 291-310, 291- 325. Sobre la figura del diablo he hablado en Satanás y el pecado original , en Naturaleza y Gracia 40 (1993) 201-238 . El cisma sumergido en la Iglesia católica , en Naturaleza y Gracia 49 (2002) 451-503; 462-470. Sobre el pecado original (“El Pecado”) hemos reflexionado, en forma sis- temática, bajo el significativo título Cristianismo sin pecado original , Salamanca 1999. Al final de este libro se elencan otros numerosos estudios nuestros sobre el mismo tema. Aquí nos interesa recordar el tema en cuanto que la creencia en el

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