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días trasformado en teología de la pena . Los mencionados clásicos hicieron también esta observación que logró largo recorrido históri- co: el miedo a la Divinidad sería utilizado por los sacerdotes y por los gobernantes para mantener el orden en la sociedad. Por eso, el historiador Polibio alaba a los romanos porque lograron imponer sus leyes sin recurrir a la autoridad de los dioses y a sus castigos. Tal vez no carezca de interés y actualidad el recordar que Lucrecio ya puso en circulación la idea de que la religión ha sido el origen de las mayores violencias entre los hombres. Idea que dura hasta nuestros días, revivida y aumentada, bajo la figura del Dios ‘violen- to’ que habremos de comentar 2 . El hombre moderno, con su visión evolutiva, ascendente y line- al de la historia, de la cultura humana y de todos sus contenidos, no deberá extrañarse de que también a la idea de Dios y la práctica de la religión se le atribuyan orígenes rudimentarios, unos primeros pasos vacilantes, tortuosos. Ya Cicerón, Horacio, Lucrecio y otros antiguos decían que los hombres primitivos, como vivían una vida del todo animalesca y selvática, ni siquiera tenían idea alguna de los dioses ni llevaban vida familiar y social alguna 3 . R. Otto, en su céle- bre obra “ Lo santo ” propone que, aquello que él llama la dimensión de ‘lo tremendo’, lo ‘demoníaco’ en la experiencia de la Divinidad, hubo de ser el vestíbulo, oscuro y tortuoso, por el que, en las fases posteriores más civilizadas, se pudiera llegar a descubrir lo ‘fascinan- te’ en el trato de los humanos con lo numinoso benéfico, lo atracti- vo, con lo Numinoso, con “Dios”. Pero, incluso en la etapa más ele- vada del desarrollo de la religión, piensa R. Otto que no debería ser marginada, ni menos eliminada la originaria dimensión de lo temi- ble, lo ‘demoníaco’ al lado de lo fascinante de la vivencia humana de la Divinidad 4 . 554 ALEJANDRO DE VILLALMONTE, OFMCap 2 Alaba Lucrecio a Epicuro por haberse rebelado contra la creencia en los dioses, contra la tiranía de la religión. Pues “la religión es quien con más frecuen- cia ha provocado actos criminales e impíos” . Describe el sacrificio de Ifigenia del que habla la mitología griega. Y termina: “A tantos crímenes pudo inducir la religión”, De natura rerum , I, 62-101. 3 Esta vida animalesca y sealvática la describe Cicerón en La invención de la retórica, I, 1 . En forma similar Horacio, Sátiras I, 3. LUCRECIO, O.c ., V, 925-1010. 4 R. OTTO, Lo santo. Lo racional y lo irracional en la idea de Dios, Madrid 1965, nn. 16-17. Sería interesante poder señalar el proceso mediante el cual , de la experiencia del Numen como “temible”, se pasa a sentirlo como benéfico, fascinan-

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