NG200603002
“ El Miedo” que entró en el mundo. Este enunciado parece supo- ner que, en un primer momento mental, la figura, el personaje que hemos calificado como “El Miedo” no actuaba en el teatro del mundo. Pero que luego habría entrado en él, por misteriosos sende- ros. Algo de eso hay, efectivamente, según la tradición cristiana. Ley de amor-Ley de justicia (Ordo amoris- Ordo justitiae). Como es sabido la tradición teológica cristiana presenta la historia y eco- nomía de la gracia dividida en tres períodos o ‘estados’: estado de santidad y justicia original; estado de la humanidad caída; estado de naturaleza redimida. El estado de santidad original podríamos califi- carlo, con una bella denominación agustiniana, como el “Ordo amo- ris”, (orden-régimen-ley de amor), porque el Dios Amor reinaba en aquel estado en todo su esplendor. Pero ocurrió el pecado de Adán. Él produjo una trasformación enorme, que el concilio de Trento des- cribe con estas sombrías palabras: “ por esta prevaricación y ofensa (de Adán ) incurrió en la ira e indignación de Dios y por ello en la muerte… y, con la muerte, bajo la cautividad de aquel que tiene el poder sobre la muerte, es decir, el diablo ” (DS 1511;1512). Resuenan en este texto las terribles palabras que Agustín de Hipona había dicho: el hombre caído, la humanidad entera se convirtió en masa de pecado, masa de perdición, masa de condenación. Masa de peca- do que va rodando, incrementando su volumen con nuevos peca- dos, a lo largo de los siglos, hasta terminar en las profundidades y tormentos de infierno eterno 15 . Aquí está la clave para comprender la presencia e influencia de “El Miedo” en el interior de la religión 564 ALEJANDRO DE VILLALMONTE, OFMCap 15 Las expresiones “massa peccati-perditionis-condenationis” son frecuentes en Agustín y características de él. Esta masa de perdición lo único que merece es el castigo eterno del supremo Juez. Que lo aplique o que no lo aplique su comporta- miento siempre será justo. Pueden verse textos en F. MORIONES, Enchiridium Theologicum Sancti Augustini (Madrid 1961), en las voces correspondientes. El origen, el crecimiento y el destino final de esta “masa de perdición” lo describe Agustín en un texto terrible: Consumada la desobediencia Adán, su cónyuge y sus descendientes contraen el pecado original. La fuerza de éste, creciendo durante siglos, en medio de diversos errores y dolores, arrastrará a toda la humanidad, si Dios no interviene de nuevo, hasta el suplicio eterno : “Ita ergo res se habebant. Jace- bat in malis, vel etiam volvebatur, et de mala in malis praecipitabatur totius generis humani massa damnata: et adjuncta parti eorum, qui peccaverant angelorum, lue- bat impiae dessertionis dignísimas poenas ”, Enchiridion ad Laurentium, c. 37; 35- 36; PL 40,244-245. Prefiero dejar el texto en su intraducible ritmo latino.
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