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La reforma medieval 483 mantuvo a los laicos al margen del gobierno de la Iglesia y los redujo a meros “usuarios” de los servi- cios religiosos 484 . La participación en los sacramentos de la Eucaris- tía y de la Penitencia se hace cada vez más infrecuente, aparecen desviaciones de la piedad popular y nacen los movimientos paupe- rísticos que buscan un retorno a la Iglesia pobre de los orígenes 485 . 1. L A PENITENCIA ECLESIAL Y LA ESPIRITUALIDAD PENITENCIAL Fundándose en la práctica de Jesús 486 existe en la Iglesia, desde el s. III d.c., la penitencia canónica o solemne destinada a aquellos fieles que, después del Bautismo, han cometido faltas graves 487 . De manera que para reconciliarse con Dios, la comunidad cristiana pro- pone la entrada en el “Ordo Poenitentium” 488 para comenzar una nueva vida 489 . A partir del s. VII la reconciliación se hace reiterable LA CARTA A TODOS LOS FIELES: EL FUNDAMENTO…(II) 539 483 La reforma gregoriana constituye para la Iglesia un cambio decisivo pro- pugnando una Iglesia pobre y libre frente a los señores feudales. J. ÁLVAREZ, Vida religiosa y cultural en el Medioevo (CONFER 1983) 21-39. 484 Son el pueblo de Dios a quien se permite el uso de los bienes tempora- les para hacer limosnas y pagar diezmos. Según el Decreto de Graciano si hacen el bien y evitan el mal se pueden salvar (Decretum, p.2.c.XII,q.1,c.7.). 485 Entre el vulgo crece la afición a las devociones y la tendencia a “cosificar” los misterios de la fe, bien por la repetición de acciones estereotipadas, bien a tra- vés de la búsqueda y veneración de los objetos sagrados a modo de talismanes (reli- quias). 486 Mt 15,19; Mc 7, 21; Lc 18-11; Gal 5, 22; Col 3, 12; 2 Tm 2, 22 . F. PIERNI, La Edad Media (Madrid 1997) 62–67. 487 Después del edicto del año 313 y apoyado por la teología agustiniana se generaliza en la cristiandad el bautismo de infantes. Por lo tanto todos los cristianos eran susceptibles de tal penitencia. 488 Constaba de tres momentos: la entrada en el “Ordo” en una celebración pública, un tiempo de expiación que solía durar dos años y la reconciliación final con el obispo. 489 Este cambio se demuestra con signos de arrepentimiento. Este criterio de discernimiento de la conversión se denominó “exomologesis” y se introdujo por influencia de la corriente rigorista del montanismo (s.III). Consiste en la confesión a Dios de la condición pecadora y el propósito de cambiar de vida. Debe traducirse en actos de mortificación y humillación. Sin embargo, la Iglesia siempre ha conside- rado que para expiar las faltas leves era suficiente con practicar las buenas obras (el ayuno, la limosna y la oración).
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