NG200603001
pone en la pista del modo en que Francisco comprende el amor misericordioso de los cristianos con sus prójimos. Para ello es nece- sario, como hemos visto, una vuelta a las relaciones con Dios y reco- nocer la misericordia del Hijo. Desde esta realidad, el fiel es envia- do al prójimo a practicar con él la misericordia que recibió del Hijo encarnado. Hay que considerar que el amor a Dios no se puede sustituir, sin más, por el amor al prójimo. La equiparación nos llevaría a pen- sar que no hay distinción entre Dios y el hombre, y a minusvalorar la fuerza del Amor de Dios. Dicho esto hay que comprender que la comparación, que Francisco toma del evangelio de Mateo, se funda en que el Hijo no es sólo el samaritano que practica la misericordia, sino que también está presente en el hombre sufriente que encon- tramos a la vera del camino 260 . Así el amor al prójimo se convierte en amor a Dios. Francisco respeta el fragmento del evangelio de Mateo (Cf.Mt 25,31-46), y al amor a Dios añade el amor al prójimo; según la manera en que uno se ame “ a sí mismo ” (v.26). Es la pedagogía de Jesús y que parte del amor a sí mismo (“eros”) para corregirlo y orientarlo hacia el otro (“actio”). La invitación de Jesús a manifestar a los otros la ternura que Él ha tenido conmigo (Cf.Lc 10,37), es la misma que hace Francisco invitándonos a dar “ frutos dignos de peni- tencia” (v.25). Es la canalización de la misericordia de Dios a través de nuestras personas y el respeto a la dinámica del Amor. Nuestro amor humano dirigido a Dios es una consecuencia inmediata del Amor que Dios nos ha manifestado. Ese Amor de la Trinidad (en griego “agápe”) nos viene de fuera y tiene en nosotros la preceden- cia del amor materno 261 . El amor que nace con nosotros (“eros”) tiende a cerrarse en sí mismo, por eso el Amor de Dios funciona como correctivo a nuestro limitado amor y nos posibilita amar por medio de un sano amor propio: “ Y amemos a nuestros prójimos como a nosotros mismos. Y si alguno no quiere amarlos como a sí LA CARTA A TODOS LOS FIELES: EL FUNDAMENTO…(II) 453 260 “ En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25,40). 261 El amor materno es el que la criatura experimenta, desde su concepción, como nutricio y único.
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