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mana su voluntad y segundo, a comprender que nuestras limitacio- nes son el lugar elegido para manifestarse (2CtaF 4). 1.1. El fundamento Si el plan de Dios es que todos nos salvemos por medio de la pobreza de su Hijo (2CtaF 5), entonces la humanidad de Cristo será el criterio por el que se guiará la actuación de todo cristiano. Fran- cisco lo comprende así: todo aquel que siga a Cristo deberá cumplir la voluntad de Dios en su propia vida (2CtaF 10) y obrará conforme a lo que dice el Señor en el evangelio (2CtaF 18). En el discernimiento es el Espíritu Santo el que sostiene la res- puesta del fiel al plan salvador del Padre como hizo con el Hijo, y el que actúa en la debilidad de los que nos convertimos al Amor de Dios. Así pues, su forma de actuar es la de habitar en el interior del fiel (2CtaF 48) y hacerlo partícipe del Cuerpo eclesial (2CtaF 33- 35.42) 471 . 1.2. Su orientación radical 472 La vida en penitencia es un proyecto que parte de la necesidad de “ amar al Señor tu Dios con todo el corazón y con toda la mente, y a tu prójimo como a ti mismo” (v.18). Pero como el amor huma- no es muy limitado, Francisco precisa unos indicios inequívocos de lo que significa el verdadero amor: es la conformidad de la propia voluntad con la de Dios (2CtaF 19-21), para dirigir su misericordia a los “ ... prójimos como a nosotros mismos” (v.26) . Por eso lleva al fiel a entregar las propias capacidades, intereses y afectos al Hijo. Pero ¿qué dinámica sigue? Para Francisco la relación afectiva con la persona de Jesús, al estilo de los discípulos, es la que posibilita el cambio del corazón: 532 MANUEL ROMERO JIMÉNEZ 471 “¿Qué concluir, hermanos? Cuando os reunís, cada cual puede tener un salmo, una instrucción, una revelación, un discurso en lengua, una interpretación; pero que todo sea para edificación” (1 Cor 14,26). 472 J. A. GARCÍA - MONGE, El seguimiento de Jesucristo como vocación: dimensiones psicológicas, en Miscelánea Comillas 1998 253-279.
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