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de razonamientos, y luego, con azotes y cadenas” (1Celano, 12). Mientras tanto su madre biológica, Madonna Pica, vive con Francis- co una gran complicidad: “Su madre, que había quedado sola con él, desaprobando el modo de proceder de su marido, habló con dul- ces palabras a su hijo. Intuyendo ella la imposibilidad de que éste desistiera de su propósito, conmovidas las entrañas maternales, rom- pió las ataduras y lo dejó libre para marchar (1Celano, 13). Los rasgos paternos quedarán siempre en Francisco, pero le ser- virán para vivir en coherencia con el evangelio 444 : “ Se topó cierto día con un leproso, y, superándose a sí mismo, se llegó a él y le dio un beso. Desde este momento comenzó a tenerse más y más en menos”(1Celano, 17). A través de estas experiencias de contraste, el Dios de Francis- co se va manifestando como el Dios de Jesucristo: “ Ya cambiado perfectamente en su corazón, a punto de cambiar también en su cuerpo, anda un día cerca de la iglesia de San Damián, que estaba casi derruida y abandonada de todos. Entra en ella, guiándole el Espíritu, a orar, se postra suplicante y devoto ante el crucifijo... Lla- mándolo por su nombre: -Francisco -le dice-, vete, repara mi casa, que, como ves, se viene del todo al suelo” (2Celano, 10). Es el mismo Jesucristo el que le descentra de sí (“eros”) y de su tendencia a refu- giarse en lo materno (“passio”), para salir al mundo y transformarlo (“actio”): “ Después, el santo enamorado de la perfecta humildad se fue a donde los leprosos; vivía con ellos y servía a todos por Dios con extremada delicadeza: lavaba sus cuerpos infectos y curaba sus úlceras purulentas” (1Celano, 17). 2.2. La imagen de Dios en la 2CtaF En la 2CtaF, la imagen de Dios, viene determinada por la doble Encarnación del Hijo en la historia y en el fiel. El Hijo es aquel por quien el “Altísimo Padre” se nos ha revelado y comunicado, siguien- do la jerarquía medieval (2CtaF 4-13). Sin embargo, es el Espíritu del Señor (2CtaF 48), el que nos introduce en la experiencia del Dios 518 MANUEL ROMERO JIMÉNEZ 444 El padre aparece como el correctivo de la tendencia a la fusión con la madre, de manera que propicia en el niño el descubrimiento de la realidad.

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