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to ”, sino para pasar de la fragilidad de su carne a la semejanza con el espíritu humano del Hijo. b) El sacramento de la Eucaristía (v.23-24) “Quien no come su carne y no bebe su sangre, no puede entrar en el reino de Dios” (v.23). La Eucaristía es la venida continua de Jesús a los suyos por la acción del Espíritu Santo y la acción de gra- cias de los fieles al Padre 252 . Este sacramento se introduce en la carta como el alimento necesario, para todo el Cuerpo eclesial, que hay que masticar y beber 253 . Y hay que comerlo realmente para recibir la Vida 254 . Esta forma de expresar la comunión eucarística se produce en una época en la que los fieles dejan de comulgar a causa de la influencia de las herejías cátaras 255 . Por eso Francisco denomina al sacramento: “ el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo ”, con el fin de resaltar la identidad entre el cuerpo eucarístico y el del Hijo encarnado. Él asume las disposiciones del Concilio IV de Letrán que decretan la confesión anual y la comunión pascual 256 , a la vez que remarca el fundamento del sacramento: la Eucaristía es el descenso diario del Hijo a lo creado y a los fieles en las especies eucarísti- cas 257 . LA CARTA A TODOS LOS FIELES: EL FUNDAMENTO…(II) 451 252 “... la presencia del Señor en los elementos, que se realiza en el contexto de una celebración litúrgica y de una comunidad orante, en la que el Señor se ha hecho antes presente por su palabra y por la fuerza de su Espíritu”. M. GESTEIRA GARZA, Misterio de Comunión (Madrid 1983) 584. 253 Recoge el sentido profundo de Jn 6, 55 y del término griego “trogó”. 254 P. ANZULEWICZ, El servicio salvífico de Jesucristo, pan de vida y palabra del Padre, en los escritos de san Francisco de Asís (versión castellana del original ita- liano), en Miscellanea Francescana 98 (1998) 249-288. 255 No admitían la conversión eucarística o transustanciación, es decir, la pre- sencia real de Cristo. 256 IV Concilio de Letrán, constitución 21. J. COLLANTES, O.c. , nota 41, 1022. También en el CÓDIGO de DERECHO CANÓNICO (a. 920) (Madrid 1999). 257 “ La consagración del pan y del vino en el altar es vista por Francisco como una nueva encarnación; desde el seno del Padre, Cristo vino en un tiempo al seno de la Virgen María; ahora, con el mismo movimiento, viene cada día al altar, se hace presente y se da a los discípulos bajo las especies de pan y del vino bendecidos ”. P. ANZULEWICZ, Ib ., nota 197.

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