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2.1. La parábola del Padre que perdona: Lc 15, 11-32 429 La imagen más usada hoy para mostrar la respuesta del hom- bre a la invitación de Dios, a volverse a Él, sigue siendo la parábo- la de aquel hombre que “tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: ‘Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.’ Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reu- nió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino” (Lucas 15,11-13). El hijo al sentirse lejos del Padre y de sí mismo, decide volver: “Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y contra ti. Ya no merez- co ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros” (Lucas 15,18-19). Esta actitud es la que reproducimos cada uno de nosotros cuando reconocemos nuestro error, la bondad del Padre y sentimos necesidad de volver bajo su amparo: “Y, levantándose, par- tió hacia su padre. Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmo- vido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente” (Lucas 15,20). Esta imagen de Dios, cambia el carácter del sacramento de la Reconciliación y se aproxima al cariz con el que la 2CtaF plantea la vida penitencial. De ser una práctica de purificación, pasa a ser la respuesta agradecida a la misericordia del Padre. Saber que se puede retornar a la casa paterna, nos hace reconocer la raíz profun- da de nuestro pecado: no haber amado lo suficiente y apropiarnos de una herencia que no nos pertenecía. 2.2. La Iglesia penitente La Iglesia, como familia penitente, vive esta misma actitud y la comprende desde la espiritualidad del publicano 430 . La comunidad publicana se reconoce pecadora, sin méritos propios, necesitada del abrazo paterno y vinculada a otros hermanos que sufren la misma situación de pecado. Así pues, la Iglesia se comprende como comu- nidad penitencial, compuesta por aquellos que carecen de la fuerza LA CARTA A TODOS LOS FIELES: EL FUNDAMENTO…(II) 511 429 Ideas elaboradas sobre el libro: R. DU CHARLAT, La reconciliación, pie- dra de toque del cristianismo (Santander 1998) 7-32; 49-57. 430 (Cf. Lc 18,13-14).

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