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1.2. La Iglesia samaritana 426 Así pues, Francisco comprende a la Iglesia como la heredera de la samaritanidad del Hijo. Y por eso debe hacer suya la misión de hacer presente la Buena nueva para los pobres, la libertad para los cautivos, la luz para los ciegos y proclamar un año de gracia (Cf. Lc 4,18-19) y, a la vez, adorar a Dios en el prójimo. La invitación a hacer lo mismo que el Hijo, lleva a Francisco a “ practicar la miseri- cordia” (Testamento, 2) y dar un giro en la práctica penitencial. Por eso en la 2CtaF la ascesis aparece como un ejercicio personal y comunitario, que nos permite devolver a Dios su misericordia en los demás. Quien la practica llegará a ser, por la acción del Espíritu, “ hijo del Padre celestial cuyas obras realizan” (v.49). La tradición de la Tercera Orden Regular de San Francisco, nos habla de la práctica de las obras de misericordia en diferentes momentos y lugares a lo largo de la historia 427 . Sin poder afirmar una relación directa entre la 2CtaF y esta tradición, sí hay que constatar que se da una línea de continuidad entre, “los frutos dignos de peni- tencia” (2CtaF 25), las “obras santas” (2CtaF 49) y las obras de mise- ricordia practicadas por los penitentes a lo largo de los siglos. 2. E SPIRITUALIDAD PENITENCIAL DE LA I GLESIA La tradición penitencial de la Iglesia ha tomado como apoyo catequético para hablar de la conversión la parábola del hijo pródigo. La plasticidad de esta parábola ha servido a la pastoral sacramental para describir el proceso de huída y vuelta del hombre a la misericor- dia de Dios. La 2CtaF habla explícitamente del sacramento de la Reconciliación junto al de la Eucaristía en un verso, sin embargo, toda su propuesta se enmarca en la experiencia penitencial de Francisco 428 . 510 MANUEL ROMERO JIMÉNEZ 426 Concepto tomado del profesor Emilio Barcelón, OP, en la exposición ecle- siológica del mes de Formación de la Provincia española de la TOR en la Porciún- cula (Mallorca), Febrero de 2000. 427 “Algunos otros, ya a partir, sobre todo del s.XIII, se reúnen en fraternida- des o grupos más o menos homogéneos, sirviendo a los hospitales, leproserías y dedi- cándose a obras de caridad en general”. N. SASTRE, O.c. , nota 56, 137. 428 “Debemos también confesar todos nuestros pecados al sacerdote; y reciba- mos de él el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo” (2CtaF 22).

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