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3.1.2. El amor sacramental Francisco da un paso más y nos hace comprender que lo crea- do nos lleva a Dios y nos habla de Él desde el momento en el que el Hijo ha asumido nuestra condición. El Hijo, que es sacramento “fontal” de la Trinidad 249 , convierte a la Iglesia en el sacramento uni- versal de la Salvación: “... señal e instrumento de la íntima unión con Dios...” (Lumen Gentium, 1). Este es el sentido profundo de la sacramentalidad de la Iglesia y que en la 2CtaF se comprende desde los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía. a) El sacramento de la Penitencia (v.22) Si nos fijamos, la invitación a amar que hace Jesús a la samari- tana, se produce en medio de su situación de pecado 250 , cuando su amor humano se encuentra en la situación más frágil y en las peo- res condiciones para responder a Dios. Sin embargo, ese es el lugar escogido por Francisco para mostrar la fuerza del Amor de Dios para reblandecer nuestro corazón: “Debemos también confesar todos nues- tros pecados al sacerdote” (v.22 a). Seguidamente se insta a participar en la Eucaristía: “ y recibamos de él el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo” (v.22 b). Fran- cisco sitúa el sacramento de la Penitencia antes que el de la Euca- ristía, siguiendo el orden de la liturgia eucarística 251 . También puede ser consecuencia de la conversión interior que se ha producido en el hombre y de su decisión por restablecer las relaciones con Dios. De esa manera el reconocimiento del propio pecado siempre es un primer paso en el encuentro con Dios. Visto así el fiel no sólo queda preparado para recibir el “ cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucris- 450 MANUEL ROMERO JIMÉNEZ 249 “ Y como la Iglesia es en Cristo como un sacramento o señal e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano, insistiendo en el ejemplo de los Concilios anteriores, se propone declarar con toda precisión a sus fieles y a todo el mundo su naturaleza y su misión universal “(LG 1). 250 “ Respondió la mujer: ‘No tengo marido’. Jesús le dice: ‘Bien has dicho que no tienes marido, porque has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es mari- do tuyo; en eso has dicho la verdad’. Le dice la mujer: ‘Señor, veo que eres un profe- ta’” (Jn 4,16-19). 251 Al comenzar los fieles son invitados a escuchar la Palabra y a celebrar el Memorial eucarístico con el acto penitencial. En: O. V. ASSELDONK, San Juan evan- gelista en los escritos de san Francisco , en SelFranc XXIV (1979) 459-83.

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