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del diablo sobre ellos (2CtaF 66-71) y acaban con el ejemplo pasto- ral del moribundo (2CtaF 72-85). En esta parte san Atanasio, Máxi- mo el Confesor y Gregorio Magno parecen ser el fundamento de la antropología de Francisco 379 . 1. L A R UPTURA DE LA IMAGEN DE D IOS ( V .63-65) Para Francisco la raíz del pecado está en la separación del hom- bre de su origen, al querer ser autónomo y autosuficiente en rela- ción con Dios 380 . “ Pero, en cambio, todos aquellos que no llevan vida en peniten- cia ni reciben el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo,” (v.63 ) parecen haber olvidado la santidad de Dios y su misericordia. Además “... ponen por obra vicios y pecados; y que caminan tras la mala concupiscencia y los malos deseos y no guardan lo que prome- tieron;” (v.64). Lo que nos lleva a un rechazo explícito de la vida en penitencia a través de dos acciones: a) Una directa, en la que se “... ponen por obra vicios y pecados; y que caminan tras la mala con- cupiscencia y los malos deseos” (v.64 a) . Y b) otra indirecta en la que “... no guardan lo que prometieron” (v.64b). De manera que en lugar de servir a Dios y al prójimo “sirven corporalmente al mundo con los deseos carnales, con los cuidados y afanes de este siglo, y con las preocupaciones de esta vida” (v.65). Con todo esto, Francisco nos muestra que el enemigo principal de uno mismo está en su interior. Para ello toma las palabras de Jesús y asegura que todos los males nacen de la orientación de nuestro corazón y la resistencia de nuestro cuerpo y alma, para con- vertirnos a Dios (Cf. Mt 15, 18-19). 492 MANUEL ROMERO JIMÉNEZ 379 La 2CtaF, a grandes rasgos, parece estar fundada en estos tres Padres aun- que hay muchas más influencias. 380 Subyace un pesimismo antropológico propio de la Edad Media y del que Francisco no puede renunciar. Sin embargo, su experiencia personal le hace enten- der que no es malo lo material ni lo creado sino que la maldad nace del corazón del hombre (Cf. Mc 7, 21) . Esa negatividad queda suavizada por el uso de Francis- co de una técnica de contraste; expone la miseria del hombre para resaltar la mise- ricordia de Dios.