NG200603001
del ser trinitario de Dios, a partir de ahora será el Hijo el que lleve a Francisco, y a los fieles, hasta el Padre (2CtaF 56-60). Sólo enton- ces la vida comienza a cobrar sentido: La “noche”, a través de estos sentimientos contradictorios de desapego y confianza, nos ha prepa- rado para tener a Dios como único apoyo 356 . Y es que solos ante Dios, desnudos de otro apoyo, podemos percibir el gran regalo que nos hace el Espíritu: comprender y sen- tir que estamos llamados a ser como el Hijo encarnado en búsque- da de la voluntad del Padre. 6. L A O RACIÓN SACERDOTAL DEL H IJO Toda esta experiencia espiritual de Francisco aparece reflejada en el lenguaje usado por el evangelista Juan 357 . Francisco en este caso, como le ocurre a los místicos, necesita dejar por escrito esa experiencia inefable del Misterio de Dios: primero para conservar viva la experiencia, y segundo para dar testimonio de la acción de Dios cuando se vive en penitencia. La 2CtaF es una carta escrita para dejar constancia del proceso espiritual de Francisco y de la acción del Espíritu en aquellos que buscan la voluntad de Dios 358 . 6.1. Juan 17, 6-24 Todo el evangelio de Juan es una pregunta sobre la identidad de Jesús. Desde el comienzo Jesús es el Hijo 359 , una realidad acaba- 482 MANUEL ROMERO JIMÉNEZ 356 “Todo existir para encontrarse en Dios debe ser iluminado, juzgado, por la verdad de Dios, descansando ciertamente, en esa interioridad de sinceración... El “sólo Dios” se hace realidad en la medida en que uno se encuentra en esta necesi- dad de verdad...” J. I. IDOYAGA, Francisco de Asís, proclamación del evangelio como existencia (Tudela 1982) 21. 357 Para ello es bueno leer el artículo de Asseldonk. O. VAN ASSELDONK, O.c. , nota 194, 457-483. 358 La Palabra de Dios fue para Francisco la autocomunicación de la voluntad de Dios en las situaciones concretas de la vida. Así que consideró como obligación suya el comunicar a los demás esas palabras como si formase parte de la cadena de aquellos que transmitieron la Palabra de Dios. L. LEHMANN, O.c. , nota 24, 48-49. 359 (Cf. Jn 1,1).
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