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tanto ha soportado por nosotros, tantos bienes nos ha traído y nos ha de traer en el futuro, toda criatura, del cielo, de la tierra, del mar y de los abismos, rinda como a Dios alabanza, gloria, honor y bendi- ción” (v.61). Esto propicia en el fiel el acto de fe más profundo y le lleva a reconocer el lenguaje que Dios utiliza con su persona. 5. L A CRISIS O LA N OCHE OSCURA ESPIRITUAL Todo cambio produce en nosotros una sorpresa y un descon- cierto, también en la vida espiritual. Dios es inabarcable e inaprensi- ble, pero el hombre, que necesita tener seguridades en el devenir de la vida, suele controlar hasta su modo de relación con Dios (Cf. Job 33, 12-13). Es una tentación en la que todos caemos y de la que sólo salimos si nos hacemos conscientes de que la vida es un regalo tal y como nos acontece. Por eso ante el Misterio sólo podemos entrar en silencio y de rodillas (Cf. Ex 3,5); con la actitud de un niño que sabe sorprenderse de la belleza y grandeza de lo que se le muestra (Cf. Mt 18, 3-4). Es lo que le ocurrió a Francisco y lo que se espera de todos aquellos fieles que son introducidos en la realidad de Dios. Sin embargo, para llegar a ese estado de apertura, Francisco necesita una radical conversión de su querer y desear a Dios. Algo que le ha acontecido en diferentes momentos y situaciones de su vida; en las conversiones diarias de aquel que vive en penitencia 351 . La experiencia mística que refleja la carta, en sus dos redaccio- nes, se da de forma gratuita y en medio de sendas crisis. La 1CtaF (1215) afronta la situación de crisis de la Iglesia ante las herejías y que Francisco hace suya 352 . La 2CtaF (1221) afronta la crisis de auto- 480 MANUEL ROMERO JIMÉNEZ para nosotros eso se da con la acción del Espíritu en el v.49. T. MATURA, Francis- co de Asís, otro Francisco (Oñati 1996) 95-116. 351 Esta situación se produce en cada una de las conversiones que se dan a los largo de la vida y que se conocen como la “noche del sentido”. Según san Juan de la cruz es una purgación de “ la parte sensitiva del alma” (1S 1,2) en la que se entra de dos maneras: “Activa es lo que el alma puede hacer [que Francisco apunta en 2CtaF,19-47] y Pasiva es en que el alma no hace nada, sino Dios la obra en ella y ella se hace como paciente [en 2CtaF,54-62]“ (1S 13,1). JUAN DE LA CRUZ, O.c. , nota 216. 352 “ La fraternidad creció rápidamente en el primer decenio de vida... Seme- jante crecimiento incontrolado lleva consigo, ante todo, el peligro de la admisión incontrolada de los candidatos, que luego eran enviados por el mundo sin la nece-
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