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vos de perfección, quieren vivir como los penitentes de los prime- ros siglos. En la época de Francisco se extiende esta corriente peni- tencial a la que se acogen muchos movimientos de reforma. Así pues, este es el contexto eclesial en el que se sitúa la pro- puesta de vida en penitencia a los fieles cristianos. Pero, ¿cuál es su origen y su fundamento? 2. E L FUNDAMENTO TEOLÓGICO DE LA PENITENCIA Dios crea todo bueno, de manera que si hubiese algo malo no lo hubiese hecho: “ Amas a todos los seres y nada de lo que hiciste aborreces, pues, si algo odiases, no lo habrías hecho” (Sabiduría 11,24). Crea al hombre a su imagen y semejanza para poder amar en él lo mismo que ama en su Hijo, de manera que todo lo que constituye la humanidad (corazón, cuerpo y espíritu) sale de las manos del Padre y es el lugar donde se encarna el Hijo. Hemos reconocido, en el capítulo primero, la voluntad de la Trinidad de amar al hombre desde su “anâwâh” y asumirla en el Hijo como parte suya. Este movimiento de Dios hacia el hombre se da porque sus entrañas se han conmovido ante nuestra situación caída. Así pues, todos los fieles estamos invitados a vivir la experiencia espiritual de la “compasión” del Hijo y, de una forma particular, lla- mados a responder al Amor de Dios 243 . En la 2CtaF Francisco invita a los fieles a descender como el Hijo a la carne y a la cruz, a vivir de cerca el Misterio del Hijo. La tradición espiritual, centrada en la filosofía griega y en los padres del desierto, llegó a limitar la vida de penitencia a una serie de prácticas ascéticas y a unos actos de purificación. Sin embargo este estilo franciscano de vida intenta: por un lado, volver a la casa del Padre y recuperar las relaciones con el Amor (Cf. Lc 15, 18-19 ), y por otro, disponerse a ser samaritanos del que esté a la vera del camino (Cf. Lc 10,37 ). LA CARTA A TODOS LOS FIELES: EL FUNDAMENTO…(II) 447 243 La compasión es la acción por la que uno sale de sí y padece la situación del otro junto a él. De esa manera, el lejano se convierte en prójimo. Es la acción que ejecuta el buen samaritano.

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