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sentimos? Lo más bonito de un hijo es que se parezca a sus padres y los padres reconozcan en él su estatura, su cara, su genio, su carácter. En el Hijo Jesús se manifiesta la “ impronta del ser de Dios” 325 ya que muestra su voluntad, su amar y su obrar. Por eso, que su Hijo viniera al mundo por nosotros es el ejemplo más claro de cómo quiere Dios que seamos sus hijos. Sin embargo, aunque el Hijo encarnado sea la adecuada explicación del Padre, sin la acción del Espíritu Santo se convierte en un ámbito cerrado. Por eso, nosotros somos introducidos en la familia de Dios por medio del Hijo encar- nado y de la acción del Espíritu. b) “Somos esposos cuando el alma fiel se une, por el Espíritu Santo, a Jesucristo” (v.51) El desposorio del alma con Jesucristo sucede por la acción del Espíritu. El mismo que une al Padre con el Hijo es el que invita al alma “fiel” a desposarse “ para siempre en justicia y en derecho, en amor y en compasión” (Oseas 2,21) 326 . En 2CtaF 50-51 se alude al Hijo encarnado como “Jesucristo”, dando a entender que son su vida histórica y su evangelio los patrones de vida a los que se une el alma. La tradición patrística comprendía a María como “ esposa del Espíritu ” 327 . Francisco no la llama así, sin embargo le da el carácter de fecundidad que le proporcionó el Espíritu en la Encarnación y que la convirtió en “madre”. Ella, con su alma desposada al Espíri- tu, acoge el plan de Dios 328 . De la misma manera los fieles están lla- mados a relacionarse con Jesucristo como un amigo y un compañe- ro de camino; eso sí, tomando al Espíritu por esposo. LA CARTA A TODOS LOS FIELES: EL FUNDAMENTO…(II) 473 325 (Cf. Jn 1,14). 326 Dios, en tiempos de Oseas, expresa la fidelidad con términos conyuga- les:“ Dios es fiel (hésed) y busca esa fidelidad en los fieles, es decir el don del alma, la amistad confiada, el abandono, la ternura, la “piedad”, en una palabra el amor que se traduce en una alegre sumisión a la voluntad de Dios y en la caridad con el pró- jimo ”. Biblia de Jerusalén, O.c. , nota 157, nota al pie, Os 2,21 . 327 Prudencio (+ 405), Cosmas Vestitor (s. VIII) y Ambrosio Auperto (+ 860) hacen referencia a una relación especial de María con el Espíritu de Dios. Tanchel- mo (+ 1115) es quien vincula a María como esposa del Espíritu Santo, y es Joaquín de Fiore (1202) quien comprende a María como Madre de la Iglesia por la acción del Espíritu Santo. I. PYFFEROEN – O. ASSELDONK, María santísima y el Espíritu Santo en san Francisco de Asís , en SelFranc XVI (1987) 202-205. 328 “También María recibió el Espíritu Santo en vista al nacimiento del Mesías (Cf. Lc 1,35)”. G. GUITTON, O.c. , nota 264, 495.

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