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Y así, al sentir renovada la imagen que todos llevamos de Dios, Francisco se abre a contemplar la realidad familiar a la que todos estamos llamados. 3.2. La invitación a ser Familia de Dios 321 Cuando el Espíritu Santo mora en nosotros se convierte en el huésped de nuestro corazón y nos muestra la realidad de la familia trinitaria. El Dios que se le revela a Francisco es el Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu de Amor 322 . “Y serán hijos del Padre celestial, cuyas obras realizan. Y son esposos, hermanos y madres de nuestro Señor Jesucristo” (v.49-50). Estos versos nos muestran las consecuencias de la habitación del Espí- ritu en los fieles. Francisco, conforme a la doctrina eclesial del s.XIII, manifiesta en la antropología humana las huellas de la Trinidad 323 . a) “Y serán hijos del Padre celestial” (v.49) Ser hijos del Padre es la primera consecuencia de que el Espí- ritu habite en los fieles, tal y como le ocurrió al Hijo (Cf.Is 11,2). Por eso la Iglesia considera como uno de los efectos del sacramento del Bautismo el ser “ liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios” 324 . Pero Francisco va más allá de esta consideración. Él se pregun- ta si ¿acaso se nos nota quién es nuestro Padre por cómo vivimos o 472 MANUEL ROMERO JIMÉNEZ Dios; sin embargo, el conocimiento que nosotros tenemos de ese rostro se caracteriza por el aspecto fragmentario y por el límite de nuestro entendimiento ”. JUAN PABLO II, Fides et Ratio (Madrid 1999), [12-13]. 321 “ Para hablar de nuestras relaciones con las tres personas divinas, Francis- co, se sirve de la gama de relaciones de la vida de familia”. G. GUITTON, Ser “madres” de Jesucristo, en SelFranc XIII (1984) 492. 322 “... hay que creer en Dios Padre omnipotente , en el Hijo y en el Espíritu Santo ” (Carta de Dionisio Romano a Dionisio Alejandrino), J. COLLANTES, O.c. , nota 41, 438. 323 “ Quiero que ellos sean una sola cosa, como también nosotros somos una sola cosa (Jn 17,22), la palabra unum (una sola cosa), significa, tratándose de los fieles, de la unión de caridad en la gracia, pero aplicada a las personas divinas, da a entender la unidad de identidad en la naturaleza” (Sobre la Fe Católica, del IV de Letrán). J. COLLANTES, O.c. , nota 41, 500. 324 Catecismo de la Iglesia Católica ( Madrid 1992) 1215.

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