NG200603001

a) Primero hay que liberarse de sí mismo para dejar que nues- tro centro lo ocupe el Hijo encarnado. Es la invitación de Francisco a los religiosos a poner todo su afecto (“eros”) en Dios, porque lo que rompe la comunión no es el cuerpo sino la inclinación del cora- zón 270 : “ Debemos aborrecer nuestros cuerpos y pecados, porque dice el Señor en el Evangelio: todos los males, vicios y pecados salen del corazón” (v.37). El cuerpo, dibujado en negativo, es el que manifiesta nuestras necesidades más hondas: “Y hagamos de nuestros cuerpos objeto de oprobio y desprecio, porque todos por nuestra culpa somos miserables y podridos, hediondos y gusanos, como dice el Señor por el profeta: Soy gusano y no hombre, oprobio de los hombres y abyección de la plebe” (v.46 ). Francisco comprende al cuerpo como la víctima de los afectos del corazón, pero también como la base que sustenta nues- tra relación con Dios y con los demás 271 . En la 2CtaF el santo hace suyas las quejas del salmista (Cf. Sal 22), para mostrar a los religio- sos que sólo poniendo en Dios sus necesidades y valores, pueden orientar evangélicamente su vida 272 . b) Una vez conseguida esa libertad sobre sí mismo se produce una salida del propio amor hacia el prójimo (“actio”) 273 . Se caracte- riza por la entrega de la propia voluntad al Padre, de manera que tome todos los derechos sobre la propia persona: “No debemos ser 458 MANUEL ROMERO JIMÉNEZ ciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre”. 270 S. GUIJARRO – M. SALVADOR (eds.), Comentario al Nuevo Testamento (Estella 1995) 77.155. Y F. PÉREZ, Evangelio según san Marcos , Ib. , 155. 271 (Cf. 2Cel 129). “ El cuerpo no es sólo la unidad de mis miembros sino la PRESENCIA de mi PERSONA... un cuerpo para la justicia, para la vida, para los demás ”. J. A. GARCÍA – MONGE, Treinta palabras para la madurez (Bilbao 1997) 199.205. 272 G. FLOR, O.c. , nota 171, 419. 273 Es el cambio de dirección de los afectos denominado por la Tradición espiritual como la “noche de los sentidos”. Así lo explica san Juan de la Cruz: “por- que lo de ir careciendo el apetito [del gusto] de todas las cosas del mundo que pose- ía, en negación de ellas, la cual negación y carencia es como noche para todos los sentidos del hombre” (1S 2,1). JUAN DE LA CRUZ, Obras completas, (Madrid 1988).

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