NG200603001
ayuno y la oración son ayudas para salir del amor a sí mismo y diri- girlo hacia el hermano: a) La limosna es la primera manera de manifestar la misericor- dia. Nace de la consideración de que todo lo que existe está creado por Dios y es don suyo; de manera que no podemos apropiarnos nada y menos cuando los hermanos mueren de hambre: “ Tengamos, por lo tanto, caridad y humildad; y hagamos limosna, porque ésta lava las almas de las manchas de los pecados. Los hombres pierden todo lo que dejan en este siglo; pero llevan consigo la recompensa de la caridad y las limosnas que hicieron, por las que recibirán del Señor premio y digna remuneración” (v.30-31). b) Por su parte el ayuno aparece como la expresión de la renuncia a los vicios y pecados por el amor único de Dios: “ Debe- mos también ayunar y abstenernos de los vicios y pecados, y de la demasía en el comer y beber, y ser católicos” (v.32). Es fruto de la oración y da lugar al desprendimiento de los bienes materiales. c) Por último la oración aparece aquí como la preparación o disposición a salir de sí y encontrarse con Dios en el prójimo. En este apartado lo hace de manera implícita refiriéndose a la presen- cia de Cristo en las iglesias y los sacerdotes (2CtaF 33) porque ya lo ha desarrollado al principio de este apartado (2CtaF 19-21). Sin embargo, este proceso no es lineal ni se da de una vez para siempre porque el hombre es incapaz de ser fiel a sí mismo y a sus prójimos, si Dios no le mantiene en su compromiso. Por ello, Fran- cisco en los versos siguientes aborda el tema del voluntarismo en el proceso penitencial. 3.3. El voluntarismo espiritual (v.33 -35) Una vez expuesto el desarrollo de la misericordia que el peniten- te deja actuar a través de sí, Francisco hace, en 2CtaF 33, dos reco- mendaciones: a) “ Debemos también visitar con frecuencia las iglesias” y b) “tener veneración y reverencia a los clérigos, no tanto por lo que son, en el caso de que sean pecadores, sino por razón del oficio y de la administración del santísimo cuerpo y sangre de Cristo, que se sacrifi- can sobre el altar y reciben y administran a otros”. Van dirigidas a las fraternidades de penitentes que conviven con las predicaciones heré- LA CARTA A TODOS LOS FIELES: EL FUNDAMENTO…(II) 455
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