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LA CARTA A TODOS LOS FIELES: EL FUNDAMENTO DE LA ESPIRITUALIDAD FRANCISCANO-PENITENCIAL (II) * CAPÍTULO 4º. LA VIDA PENITENCIAL (V.19-47) Los versos que siguen nos introducen en la “ argumentatio ” de la carta, es decir en la descripción de la vida vivida en penitencia. Este estilo cristiano de vida supone el crecimiento del fiel en su rela- ción con Dios: por un lado el fiel, ya convertido, se dispone a tra- bajar a favor del Reino del Padre con todas sus fuerzas (“actio”) y por otro, guiado por el Espíritu, a desasirse de sí mismo y acercar- se al prójimo (“passio”) 237 . De esta manera todos aquellos que deci- dan vivir en penitencia se convertirán en canales de la misericordia que Dios les ha manifestado. Francisco sitúa este proceso de maduración en la fe tras la obra de la Salvación, de manera que la vida penitencial se convierte en un modo de respuesta al Dios de Jesucristo. Este estilo de vida se inserta dentro de lo que la Tradición designa como la espiritualidad de los grados 238 , y que hoy comprendemos como el crecimiento per- sonal en la experiencia de Dios 239 . En este camino Dios se dirige a * Viene de Naturaleza y Gracia 53 (2006) 227-300. 237 La vida espiritual del fiel asume la condición histórica y sus compromisos. Toda concepción privada del camino espiritual carece de sentido en la 2CtaF ya que implica a los cristianos en su realidad social. 238 Hacía referencia a los progresos que se podían realizar en el conocimien- to intelectual de Dios y limitaba la espiritualidad a un perfeccionamiento gradual de las capacidades. Hay diferentes contextos espirituales que explican el desarrollo de la vida del creyente. Uno de ellos es la teoría de los Dos caminos. En el s. XII-XIII también se da la teoría de los tres grados (tomada del Pseudo-Dionisio, s. V-VI) y el itinerario de la mente (san Buenaventura, 1217 - 1274). 239 “ La experiencia de Dios es el resultado del recorrido, del itinerario del hom- bre cuando, consintiendo a su origen, encarna en su vida el propio ser de Dios; de tal forma que le permite descubrirlo en todas las realidades del mundo”. J. D. MAR- TÍN-VELASCO, La experiencia cristiana de Dios (Madrid 1992) 45-47.

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