NG200602003

vos sino de la identificación y adhesión a una Persona. Los cristia- nos entienden que el primer paso en su vida es el de la incorpora- ción a la Persona - Cristo. De ahí surgirá su vida personal y eclesial. “Cualquier experiencia religiosa auténtica, en todas las tradiciones culturales, comporta una intuición del misterio que, no pocas veces, logra captar algún rasgo del rostro de Dios” (CDSI 20). Esta es una característica dominante en las relaciones interper- sonales ya que todos están referidos a una persona a la cual se le da un valor absoluto. El “nosotros” es realmente profundo y englo- bante. Por tanto, se subrayará en el grupo mucho más lo común que lo diferencial. Esto recuerda que la Santísima Trinidad es una sociedad perfec- ta, y como tal debe ser el arquetipo de toda sociedad humana y de todo orden social, y debe servir de modelo y de guía de su renova- ción . “El ‘nosotros’ divino –dice Juan Pablo II – constituye el modelo eterno del “nosotros” humano; ante todo, de aquel ‘nosotros’ que está formado por el varón y la mujer, creados a imagen y semejanza divi- na”. Por eso, en la Trinidad se encuentra el primer fundamento teo- lógico de la Doctrina Social de la Iglesia 11 que realiza la opción fun- damental de un creyente en su dimensión comunitaria y social 12 . De esa dimensión personal y comunitaria nace la orienta- ción misionera y el compromiso cristiano. Se trata de llegar a lo que hoy recibe el nombre de “nueva evangelización”. Los que forman el grupo cristiano, aceptado desde una postura de opción fundamen- tal más que como consecuencia de una decisión ética, se caracteri- zan por tener un sentimiento de enviados a los demás, a los de fuera, para comunicarles el mensaje y el camino nuevo descubierto. Es, pues, contraria esta vivencia a la de los grupos cerrados. No se conforman con que les permitan vivir o con legitimar su situación. No se preocupan de plantear o de justificar su existencia, ni viven con psicología de inferioridad. Esta perspectiva aparece no en tono 358 ÁNGEL GALINDO GARCÍA 11 Cf. R. SIERRA BRAVO, Ciencias sociales y Doctrina Social de la Iglesia , Madrid 1996, 126. 12 Podemos encontrar este sentido comunitario en los signos del lenguaje, en la teología de la comunicación, en la concepción del laico como pueblo de Dios y en la virulencia con que se viven las diferencias dentro del grupo cuando surgen los problemas eclesiales internos, la penitencia, las tensiones y discusiones, etc.

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