NG200602003

7. EL HUMANISMO TEO-TRINITARIOCÉNTRICO Y LA PURIFICA- CIÓN DE LA RAZÓN El crecimiento integral de la humanidad, desde la civilización en el amor, se funda en un humanismo teo-trinitariocéntrico como hemos visto en y desde SRS 40. A esta luz, el ser humano refleja en si el dinamismo de la Trinidad, creado para la libertad y para la comunión en la reciprocidad y como llamado al amor. El amor, en particular el amor de Dios, constituye la más alta expresión de auto- posesión a través de la cual se manifiesta la libertad. De igual manera que en la primera parte de su encíclica Bene- dicto XVI había indicado “la importancia de la purificación del eros para dar al hombre, no el placer de un instante, sino un modo de hacer pregustar en cierta manera lo más alto de su existencia”(n.4), así más tarde, en esta segunda parte, insistirá en la necesidad de purificar la razón. En todo caso el término purificación contiene el concepto de maduración hasta lograr la verdadera grandeza huma- na (ascesis, renuncia, purificación y recuperación ( n.5 y 6 ). Este humanismo teo-trinitario se pone de relieve acogiendo la misma comunión trinitaria en la propia alma, centro nuclear del ser humano. Benedicto XVI lo ha recordado, citando a San Agustín, en la fiesta de la Santísima Trinidad del presente año afirmando que “con la guía del Espíritu Santo, los creyentes pueden conocer “la inti- midad de Dios mismo, descubriendo que Él no es soledad infinita, sino comunión de luz y amor, vida donada y recibida en un eterno diálogo entre el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo – Amante, Amado y Amor”. Sigue diciendo que “nadie puede ver a Dios, pero Él mismo se ha dado a conocer de forma que, con el apóstol Juan, podemos afir- mar: “Dios es amor”, “nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él”. Y recordando la promesa del propio Jesús “Si alguno me ama guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él” (Jn 14,23), Benedicto XVI recalcó que encontrar a Cristo y entrar en amistad con Él significa acoger “la misma Comunión trinitaria en la propia alma”. “Todo el universo, para quien tiene fe, habla de Dios Uno y Trino” –recono- ció a continuación–; “todos los seres están ordenados según un dina- mismo armónico que podemos analógicamente llamar “amor”. Pero 378 ÁNGEL GALINDO GARCÍA

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