NG200602003

la cual la Iglesia cree firmemente que la clave, el centro y el fin de toda historia humana se encuentra en su Señor y Maestro. Pero se debe agregar que en sus relaciones con los humanos, Dios nos ha escogido libremente por amor bajo el signo de la vul- nerabilidad, por medio de la encarnación y la crucifixión de Jesús quien “siendo rico se hizo pobre por causa de ustedes” (II Cor 8,9). El Padre y el Espíritu Santo están involucrados en la muerte del Hijo, esta muerte es el signo del compromiso de las tres personas divinas que se solidarizan con la vulnerabilidad, el sufrimiento y la pobreza de los seres humanos. La invitación del Papa Juan Pablo II al comienzo del tercer milenio, a “recomenzar desde Cristo”, toma aquí plena importancia y significa un nuevo modo de arraigarse en el misterio del Amor trinitario. Desde esta dimensión trinitaria, los hombres llegan a ser hijos e hijas de Dios en la verdad del amor. Por ello, el mandamiento del amor mutuo, que constituye la ley de vida del pueblo de Dios, debe inspirar, purificar y elevar todas las relaciones humanas dentro de la vida social y política: “Humanidad significa llamada a la comunica- ción interpersonal”, porque la imagen y semejanza de Dios trino son la raíz de todo el ethos humano... cuyo vértice es el mandamiento del amor. El Compendio sitúa, así, toda la doctrina social de la Iglesia y el modelo de la unidad que ella propone a la humanidad a la luz de aquello que se podría llamar la antropología trinitaria en el horizon- te de una solidaridad pluralista: “El moderno fenómeno cultural, social, económico y político de la interdependencia, que intensifica y hace particularmente evidentes los vínculos que unen la familia humana, pone de relieve una vez más, a la luz de la Revelación”, un nuevo modelo de unidad del género humano, en el cual debe ins- pirarse en última instancia la solidaridad. Este supremo modelo de unidad, reflejo de la vida íntima de Dios, Uno en tres personas, es lo que los cristianos expresamos con la palabra comunión (CDSI 33). Toda la reflexión subsiguiente acerca de la persona humana “imago Dei” (CDSI 108-123), acerca de sus múltiples perfiles (CDSI 124-151) y acerca de sus derechos inalienables (CDSI 152-159) remi- te a la fuente ultima de esta “comunión”. Igualmente lo hace en el 374 ÁNGEL GALINDO GARCÍA

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