NG200602003

Como consecuencia, el carácter social del hombre y la realiza- ción de esta socialidad, no son consecuencia de su finitud, sino de su ser imagen de Dios. No tenemos necesidad de los otros solo por- que seamos limitados, sino sobre todo porque hemos sido pensados trinitariamente: no pareceremos realmente personas sino es en la apertura al otro y a todos, a la gran familia de los hijos de Dios. Para decirlo con palabras de L. Boff “la sociedad representa un indicador en dirección al misterio trinitario; el misterio trinitario, tal como lo conocemos por la Revelación, significa un indicador para la vida social y un arquetipo de la misma. La sociedad humana encie- rra un vestigium trinitatis, ya que la Trinidad es la ‘sociedad divi- na’ 31 . Por ser la sociedad de la Trinidad el modelo de toda sociedad humana, es también el patrón que debe servir para juzgar crítica- mente las formas de vida social, así como el ideal que debe inspi- rar, impulsar y orientar todo proceso de cambio social. Aquí radica la dimensión social de la naturaleza divina: Dios no es uno y único, a modo de un monarca absoluto, sino a la vez uno y trino, comuni- dad sustancialmente unida por el amor. En definitiva, Dios es amor 32 . Este humanismo social se expresa solidariamente en el ejercicio de la caridad. La naturaleza tanto de la solidaridad como de la cari- dad puede considerarse desde el punto de vista humano y cristiano. Humanamente, la solidaridad tiene su fundamento en la naturaleza social del hombre y en la interdependencia que existe en todos los aspectos de la vida social, cultural y económica entre todos los hom- bres y naciones. Desde el punto de vista cristiano, Jesús es ejemplo supremo de solidaridad y puede considerarse como una “dimensión singularmente significativa del amor cristiano” y como “una virtud humana y cristiana, expresión de la caridad, alma de todas las rela- ciones posibles entre los hombres” 33 . La persona humana es efectivamente llamada a una vida de comunión y a existir en la reciprocidad del don y por ello se reali- za solamente mediante el darse. En sentido pleno, la solidaridad sig- 372 ÁNGEL GALINDO GARCÍA 31 L. BOFF, Trinidad, sociedad y liberación (Madrid 1987)147. 32 Cf. R. SIERRA BRAVO, O.c.,126. 33 JUAN PABLO II, Discurso a los obreros católicos el 6 de diciembre de 1986.

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