NG200602003

“La persona humana, en sí misma y en su vocación, trasciende el horizonte del universo creado, de la sociedad y de la historia: su fin último es Dios mismo, que se ha revelado a los hombres para invi- tarlos y admitirlos a la comunión con Él” (CDSI 47; DV 2) 16 . 3. EL HUMANISMO PLENO: PARTICIPACIÓN EN EL AMOR El hecho de que Dios-Amor pensara la creación en términos de ‘participación’, y participación de vida, supone el fundamento de aquel “humanismo pleno” que como dice un autor actual, “es matriz cultural indispensable para transformar el mundo según el designio de Dios. Todo esto implica una visión de la socialidad no individua- lista, ni colectivista ni inmanentista, sino personalista, comunitaria, peregrinante” 17 . La Trinidad es de esta manera el arquetipo de toda sociedad, porque las propiedades que la caracterizan y que en ella se encuen- tran de modo perfecto: unidad, igualdad, distinción, participación, comunicación, existencia de relaciones, comunión y abertura, son otras tantas propiedades necesarias en todas las sociedades huma- nas. Por ello, hablamos de un humanismo pleno porque es comu- nional y trinitario: “La revelación en Cristo del misterio de Dios como Amor trinitario está unida a la revelación de la vocación de la per- sona humana al amor. Esta revelación ilumina la dignidad y la libertad personal del hombre y de la mujer y la intrínseca sociabili- dad humana en toda su profundidad… En la comunión de amor que es Dios, en la que las tres Personas divinas se aman recíproca- mente y son el Único Dios, la persona humana está llamada a des- cubrir el origen y la meta de su existencia y de la historia” (CDSI 34). Pablo VI sitúa teológica y antropológicamente el humanismo pleno en la encíclica Populorum Progressio 42: “Es un humanismo 362 ÁNGEL GALINDO GARCÍA 16 Cf. G. GATTI, “Opción fundamental y comportamientos concretos”, en AA. VV., Comentarios a la “Veritatis splendor”, (Madrid 1995) 651-691. 17 M TOSO, Unanesimo sociale , en AA.VV. Per un umanesimo degno dell’a- more. Il Compendio della Doctrina Sociale della Chiesa (Roma 2005) p 45.

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