NG200602002

como protagonista de relatos conocidos por todos y guardados entre nuestros conocimientos que nos dejan encogidos de hombros. Entre los conocimientos populares de Israel la figura angélica –derivada de la fe del antiguo pueblo de Dios– nos es descrita no como un ser medroso, sino como un mensajero del Dios bondado- so y caritativo: una mujer acude al rey Salomón para que le resuel- va un problema. La razón de acudir a él es la que nos interesa des- tacar: “Tu sierva ha dicho: Que me tranquilice la palabra de mi señor, el rey, ya que es el rey, mi señor, como el ángel de Dios para discernir entre lo bueno y lo malo... “Joab, tu siervo, ha hecho esto para ver de mudar el aspecto de las cosas. Pero mi señor es sabio, con la sabiduría de un ángel de Dios , para conocer cuanto pasa en el cielo y en la tierra” (2S 14,17.20). El rey de los filisteos, Aquis, despide a David –por ser per- sona incómoda para los príncipes de los filisteos– con estas pala- bras: “Aquis respondió a David: “Yo sé que tú has sido bueno conmi- go, como un ángel de Dios ; pero los jefes de los filisteos dicen: Que no suba con nosotros a la batalla (1S 29,9). Aquel del que uno se puede fiar, como David es presentado como “mi señor, el rey, que es como un ángel de Dios” (2S 19,28). Es un lenguaje que ha sido aceptado en nuestro modo de hablar: cuando una persona es fiable, cuando hemos disfrutado de su ama- bilidad, de su comprensión, de su amor, de sus consejos... decimos que ha sido como “un ángel” para nosotros. El ángel castiga a los enemigos de Israel (2R 19,35 ); ayuda al profeta Elías (1R 19,7 : Ambos textos han sido ya citados más arriba); prote- ge a Israel en el mar (Ex 14,19: “El ángel de Dios , que marchaba delante de las huestes de Israel, se puso detrás de ellas: la columna de nube que iba delante de ellos se puso detrás”; acompaña a su pueblo en su marcha por el desierto: “Yo mandaré a un ángel ante ti para que te defienda en el camino...” ( Ex 23,20 , y le confía varios quehaceres). “Vino el ángel de Yahvé y se sentó bajo el terebinto de Ofra, que era propiedad de Joás, abiezerita, cuando Gedeón, su hijo, estaba batiendo el trigo en el lagar para esconderlo de Madián. Aparecióse- le el ángel de Yahvé y le dijo: “Yahvé contigo, valiente héroe... Ahora DIOS Y SU CORTEJO ANGÉLICO 307

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