NG200602002
parte: “A ellos fue revelado que no a sí mismo, sino a vosotros, serví- an con esto, que os ha sido anunciado ahora por los que os evange- lizaron, movidos por el Espíritu Santo, enviado del cielo y que los mismos ángeles desean contemplar” (1Pe 1,12): “¿No sabéis que hemos de juzgar incluso a los ángeles? Pues mucho más las naderí- as de este vida” (1Co 6,3). En Jesucristo nosotros nos convertimos en hijos del Padre, los ángeles permanecen sus servidores ( Jn 15,15: el texto no reproduce explícitamente nuestra afirmación, pero la supo- ne). A la encarnación de Dios en Cristo corresponde ya la venida personal e inmediata de Dios en su Espíritu Santo. Sólo el Paráclito tiene poder de dar testimonio de Jesucristo; es él el que es obrero de la nueva creación; que elige nuestros cuerpos (nuestras perso- nas) para habitar en ellos; es él al que envía el Padre (Jn 14,15ss;Hch 2,17 ). Si ellos habían sido mediadores de la antigua alianza, en la nueva su ministerio ha cesado como intermediarios entre Dios y los hombres Ga 3,19: “¿Por qué, pues, la Ley? Fue dada por causa de las transgresiones, promulgada por ángeles, por mano de un mediador, hasta que viniese la “descendencia”, a quien las promesas habían sido hechas” 43 . Los ángeles son instrumentos, colaboradores y portadores del Bien, venga de donde venga su fuente de energía. Los “espíritus malos” o demonios son los promotores del Mal, con múltiples recur- sos impulsores del mismo. F ELIPE F. R AMOS León 348 FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS 43 M. BOUTTIER, Auge, en Vocabulaire Biblique, J.J. von Allmen (Neuchatel 1954) . 17-18.
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