NG200602002

6. Nosotros, hombres modernos, estamos inclinados a conside- rarlos como una parte de la poesía del NT, a la que no podríamos renunciar porque afectaría profundamente a nuestros sentimientos y creencias. No obstante, pensamos que estas representaciones anti- guas son imposibles en la realidad. Sencillamente porque tenemos otra concepción muy distinta a la de los hombres contemporáneos a cuando fueron puestas por escrito estas y otras historias mencio- nadas. Nosotros no admitimos que el mundo del más allá se halla integrado por un firmamento en el cual existe un espacio vacío sufi- ciente para poder imaginarnos en él al cielo como la habitación de Dios y en el que sus ejércitos circundaban su trono, atentos en cada momento a recibir sus órdenes que ejecutaban con gran celeridad. Así nos lo ha enseñado la Biblia misma al haberla entendido desde un absoluto literalismo que hoy nos resulta inadmisible. En nuestra mentalidad dicha representación del cielo como el lugar adecuado para la habitación de Dios y de sus ángeles no la consideramos aceptable. Por ello, ¿no tendremos que renunciar a admitir la existencia de estos seres intermedios entre Dios y nosotros? Más aún, los ángeles de la Biblia, ¿no son fun- damentalmente una forma de exponer realidades anímicas, al estilo de los genios o fuerzas intelectuales excepcionales, capaz de inventar cosas extraordinarias, y que nosotros hemos acepta- do desde un literalismo malsano y que, en realidad, deben ser consideradas como pertenecientes a una antigüedad tan distinta y tan distante de nosotros que nos ofrecen un mundo radical- mente distinto al nuestro? 38 . Donde los escritos del NT nos hablan de los ángeles, ¿no debe- ríamos entender nosotros manifestaciones o certezas que mantene- mos como reales contra toda otra posibilidad de interpretación? 39 . 7. Todos estos interrogantes nos sitúan ante un misterio cuyo velo debe ser corrido para captar la realidad a la que apuntan. Las consideraciones siguientes pueden ayudarnos a lograr este desvela- miento: 1ª) Las representaciones angélicas se hallan tan vinculadas al concepto que tenemos de Dios que, para eliminar aquellas, esta- DIOS Y SU CORTEJO ANGÉLICO 343 38 Ib ., 84-86. 39 K. H. RENGSTORF, Das Evangelium nach Lukas , en DNTD ( Göttingen 1952) 44-45.

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