NG200602002

hemos convertido en espectáculo para el mundo, para los ángeles y para los hombres”. La escenografía del NT coincide con la del Antiguo: visita a Abrahán y Lot (Gn 18;19/ Hb 13,2); la aparición del ángel a Moisés (Ex 3,2/ Hch 7, 30.35): “Al cabo de 40 años se le apareció un ángel en el desierto del monte Sinaí entre las llamas de una zarza ardien- do. Moisés se maravilló al ver la aparición. Mientras, se oyó la voz del Señor... se acercaba para observar...Y Dios envió como jefe y libertador, por medio del ángel , que se le había aparecido en la zarza, a este Moisés a quien ellos habían rechazado diciendo: ¿Quién te ha constituido jefe y juez?”; más aún, en la distribución que hacen de la Ley (Hch 7,53; Ga 3,19; Hb 2,3 ) intervienen los ángeles aunque, a veces, lo hacen junto a un mediador. 2. Devaluación de los ángeles por Pablo . La aparición del ángel de Yahvé es una teofanía. En ella debe salvarse expresamente el ser sobrenatural de Yahvé y su acción especial entre los hombres. De esta forma intenta lograrse la configuración de la historia en la forma de una encarnación transitoria de la voluntad salvífica de Dios. Sería lo equivalente al nacimiento y estructura fundamental de la historia de la salvación. El vocablo malak no nos obligaría a pensar en una determinada personalidad creada, sino en un concepto relacional que haría referencia a una acción que, partiendo de Yahvé, nos lo presentaría en su forma de manifestarse o revelarse a los hombres. No sería un nomen personae sino un nomen oficii. Este es el significado en el libro del Apocalipsis que es donde aparecen con mayor frecuencia estos seres extraños. Hay un ángel excepcional, de proporciones gigantescas, en el que particularmen- te aparece destacado el nomen oficii (Ap 10,1- 11): “Vi después otro ángel poderoso que bajaba del cielo envuelto en una nube. El arco iris aureolaba su cabeza, su rostro resplandecía como el sol y sus piernas parecían columnas de fuego. En su mano tenía abierto un pequeño libro. Puso el pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra y gritó con voz potente igual que ruge un león. A su grito respondió el retumbar de los siete truenos; y cuando retum- baron los siete tronos, yo me dispuse a escribir. Pero escuché entonces una voz que me decía, desde el cielo: Mantén en secreto lo que han dicho los siete truenos y no lo escri- bas. Y el ángel que yo había visto en pie sobre el mar y sobre la tierra 336 FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS

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