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(Canon Romano.– Plegaria Eucarística I, – en una de las oraciones después de la consagración). Pero nunca en el judaísmo auténtico se ha perdido la concien- cia de que en realidad la oración del devoto, en última instancia, sólamente es un asunto entre el hombre y Dios. “Cuando la necesi- dad sobreviene sobre un hombre, no debe invocar ni a Miguel ni a Gabriel, sino debe invocarme a Mí y yo le responderé ” 35 . IV. EL ÁNGEL DE YAHVÉ, SU SIGNIFICADO Y PARENTESCO CON OTROS DE SU ESPECIE. En este punto se pretende establecer la claridad suficiente para poder introducir, después de él, la comparación exigida por la pre- sentación actual de los ángeles con la que se hizo hace varias déca- das, en el tiempo en el que a nosotros nos correspondió estudiar la “teología de los ángeles” en los manuales de la época de nuestra juventud. 1. Afirmamos más arriba que, antes de entrar en el tiempo bíbli- co, ya eran conocidos. Los mensajeros (= melakim) participaban, por lo que a su naturaleza se refiere, de una sacralidad vinculada a su cargo de establecer la comunión entre los hombres. Como men- sajeros que los dioses envían a los hombres para realizar un servi- cio esencial, participaban de la celeridad divina y son comparados por ello a las aves y a los ángeles. El ángel celeste es Hermes. Trasladadas las creencias populares al terreno filosófico se pro- duce la unión del Logos-ángelos . Fue la unión del Logos con Her- mes lo que creó esta posibilidad. Remitimos a lo dicho más arriba. Dentro de los relatos bíblicos, la convicción popular de Israel con- sideraba a los ángeles como mensajeros del Dios bondadoso y cari- tativo. 2. El ángel de Yahvé aparece como un sucedáneo de Yahvé y ejerce su función salvadora (Gn 16,7.9.16; 21, 17): a propósito del abandono de Agar y su hijo muriendo en el desierto. 330 FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS 35 G. KITTEL, en la misma palabra “ángel”, en TWzNT , I, 81 (j. B. 13 a).
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