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de los ángeles haría alusión a su habitat cómodo en Mesopotamia, y la subida su retorno feliz a Palestina (Diodorus Tarsensis). Otros ven en la escala la cruz de Cristo: el Señor (no dice los ángeles) es Cristo que sube a la cruz; la cruz es la escalera por la que suben al cielo Cristo y los cristianos ( S. Agustín, sermón 79 ). Otros lo aplican a la Virgen que es la escalera, zarza, arca, estrella, vara, vellón, cama, puerta, huerto, aurora (S. Bernardo); a las diez nominaciones de los banzos de la escalera añade los dos laterales, que significan el desprecio de sí mismo hasta llegar al amor de Dios, el derecho, y el desprecio del mundo hasta el amor del Reino, el izquierdo. Tertuliano ve en la escalera la vida del justo que ordena los movimientos del corazón hacia el cielo. Alcázar ve en los ángeles a los apóstoles y otros predicadores del evangelio que comunican a los hombres lo recibido de Dios en sus meditaciones. S. Basilio interpreta la escalera como la subida a la perfección; la culminación es la caridad; los banzos son los distintos grados de perfección... 20 . Aquí puede aplicarse lo de “tantas sentencias como cabezas”. Las citas o alusiones manifiestan lo que se conoce como exégesis alegó- rica. Y sólo hemos enumerado algunas de las innumerables interpre- taciones recogidas en esta obra inmensa que hemos citado. La interpretación moderna, liberada del literalismo de la escena y de las especulaciones espirituales inventadas, va en una dirección muy distinta. En el fondo se halla el conflicto entre Jacob y Esaú, a raíz del robo de la bendición por parte del primero. La interpreta- ción debe girar en torno a tres palabras: lugar, piedra y sueño. Los tres términos tienen un sentido religioso El sueño indica una teofa- nía. La escalera tiene la finalidad de unir el cielo con la tierra. Los ángeles son los mensajeros de Dios que establecen la comunicación. Ésta es una palabra que procede de Dios, en la cima, y llega hasta Jacob. La reacción de Jacob al despertar es la del reconocimiento de la numinosidad o sacralidad de aquel lugar y la exclamación que lo define como “casa de Dios” y “puerta del cielo” ( v.16-18 ) así lo indi- can. El rito que hace Jacob consagra este lugar como un santuario. 316 FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS 20 Ib., 127-128.

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