NG200602001

Yahveh su providencia (Cf.Dt 6, 4-5) al amor al prójimo (Cf.Lv 19,11) 222 . Francisco usa la cita de Mateo 22, 33.37, para que caiga- mos en la cuenta de que sólo el recuerdo de la misericordia de Dios, puede provocar en nosotros la necesidad de cambiar de vida y con- vertirnos en canales de misericordia para los que nos rodean. Inmediatamente después, Francisco llevará a los fieles, a la con- vicción de que es necesario responder al Amor que Dios nos ha manifestado en el Hijo, por medio de un cambio en nuestro modo de amar (“eros”): “Amemos, pues, a Dios y adorémoslo con puro cora- zón y mente pura... Y amemos a nuestros prójimos como a nosotros mismos” (2CtaF 19.25). De esta manera el Amor recibido en el Hijo Salvador, se instala en el centro de nuestras vidas y nos impulsa a vivir en penitencia 223 . 1. E L A MOR DE D IOS COMO MISERICORDIA DEL H IJO Hemos visto en el capítulo anterior que recibir al Hijo con cora- zón puro y cuerpo casto (2CtaF 15), nos lleva a recibir la bendición: “Oh, cuán dichosos y benditos son los que aman a Dios y obran como dice el Señor mismo en el Evangelio” (v.18a). Y la bendición es acoger el Amor de Dios manifestado en la Salvación (2CtaF 4- 13a). Dios es Santo, lo que significa que su ser Amor se manifiesta como misericordia. El término “misericordia” (en griego “oiktirmôn”) hace referencia a las entrañas maternas de Dios que solemos tradu- cir por compasión (en hebreo “rahum”), cariño, ternura 224 . El cora- LA CARTA A TODOS LOS FIELES: EL FUNDAMENTO…(I) 295 jimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas’” (Mt 22,36-40). 222 R. AGUIRRE, El primer mandamiento como principio de libertad y crítica cultural , en Sal Terrae 86 (1998) 629-32. 223 “ Que el Amor de Dios sea objeto del primer mandamiento significa, ade- más, que el amor, es decir lo más eminente, lo más valioso, lo único indiscutible de la vida –e incluso más indiscutible que la vida misma, porque sin el amor la vida se torna indiferente y hasta insoportable- constituye el principio y fundamento de la religión”. J. D. MARTÍN VELASCO, Mirad qué amor tan grande nos tiene el Padre, en Sal Terrae 86 (1998) 615. 224 L. DUFOUR, Vocabulario de Teología Bíblica (voz misericordia) ( Barcelo- na 1978) 542-46.

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