NG200602001
2.1.3. El descenso a las Palabras Sagradas La Encarnación del Hijo para Francisco se prolonga temporal- mente en la Eucaristía y en las “odoríferas palabras” 185 : “ Y a nadie de nosotros quepa la menor duda de que ninguno puede ser salvado sino por las santas palabras y la sangre de nuestro Señor Jesucristo, que los clérigos pronuncian, proclaman y administran” (v.34). La presencia real del Hijo encarnado, muerto y resucitado en el pan y el vino es la prolongación de los descensos, ya descritos, para que comiendo su carne y bebiendo su sangre podamos entrar en el Reino 186 . Por otro lado, “ , las palabras de nuestro Señor Jesucristo, que es el Verbo del Padre, y las palabras del Espíritu Santo, que son espíritu y vida” (v.3) nos revelan la voluntad de Dios 187 . Son pala- bras de toda la Trinidad; palabras pronunciadas por el Padre con su fuerza creadora (Cf. Gen 1, 1-31) para dar lugar a la Encarnación del Hijo. Ahora bien, la Palabra de Dios sólo es fuente de vida cuando es acogida por el hombre. De ahí la importancia que Francisco da a poner por obra el evangelio (2CtaF 18). En la carta se prolongan los dos descensos mediante la acción del Espíritu en los sacramentos. De esta manera Francisco encuen- tra a las tres personas divinas presentes y operantes en la palabra “Cristo”, la “ palabra del Padre ” que permanece junto a nosotros por el Espíritu Santo 188 . 2.2. La Encarnación por el Espíritu Queda por describir el segundo momento de la Encarnación en la 2CtaF. Rigurosamente hablando la Encarnación es la misión del 284 MANUEL ROMERO JIMÉNEZ 185 T. MATURA, O.c., nota 94, 371-405. 186 “ Quien no come su carne y no bebe su sangre, no puede entrar en el reino de Dios ” (2CtaF 23; Cf. Jn 6,53). 187 “Después que Dios habló muchas veces y de muchas maneras por los Pro- fetas, ‘últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo’, es envió a su Hijo, es decir, al Verbo eterno, que ilumina a todos los hombres, para que viviera entre ellos y les manifestara los secretos de Dios; Jesucristo, pues, el Verbo hecho carne, ‘hombre enviado, a los hombres’, ‘habla palabras de Dios’ y lleva a cabo la obra de la salva- ción que el Padre le confió” (DV 4). 188 L. LEHMANN, O.c., nota 24, 31-65.
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