NG200602001
solidario con la situación de todos los que han muerto. Esto nos lleva a pensar que el Hijo pasara por la absoluta soledad que sufren los muertos, por el cese de toda actividad y de toda relación 175 . La consideración de que la muerte humana es Muerte del Hijo, y que su Resurrección es la puerta de entrada a la Vida verdadera, hacen que Francisco la considere su “hermana” 176 . Comprende que el Hijo, por la Encarnación, es nuestro hermano y que por compar- tir nuestra muerte la ha hecho nuestra hermana (Cf. Hb 2, 17). “Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal, de la cual ningún hombre viviente puede escapar. ¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal! Bienaventurados aquellos a quienes encontrará en tu santísima voluntad, pues la muerte segunda no le hará mal” (Cántico de las criaturas, 12-13). El hecho de que se encarne el Hijo ¿cómo afecta a la Trinidad? Sabemos que en Dios nada es anterior a las relaciones que le cons- tituyen, de manera que nuestra limitación no podrá nunca entrar a formar parte de su ser. En la historia de la salvación ha sido el Hijo el que ha asumido la limitación y el dolor; el Padre, como “paterni- dad”, sufre en la distancia la muerte del Hijo; mientras que es el Espíritu el que impulsa al Hijo a afrontar su muerte 177 . Este primer descenso del Verbo del Padre revela la humildad de la Trinidad que se regala a la criatura 178 desde que decide realizar la Encarnación hasta el momento de la Resurrección 179 : “ Tenía tan presente en su memoria la humildad de la Encarnación y la caridad de la pasión, que difícilmente quería pensar en otra cosa” (1Celano, 84 ). LA CARTA A TODOS LOS FIELES: EL FUNDAMENTO…(I) 281 175 Son las características del Sheol. H.U. VON BALTHASAR, Ida al Reino de los muertos, en Mysterium Salutis III/II (1971) 237-58. 176 “Bienvenida sea –decía- mi hermana muerte” (2Cel 216). 177 “ Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido.» E inclinando la cabeza entregó el espíritu” ( Jn 19.30). 178 V. K. NGUYEN, O.c., nota 74, 46-47. 179 En san Atanasio se nota –según M. González Gil- que la Encarnación es el fundamento radical de lo que tienen de salvífico la Pasión, la Muerte y la Resurrec- ción del Logos encarnado. SAN ATANASIO, O.c., nota 45, 32. “...el fin de la Encar- nación del Señor era nuestra Salvación”. M. EL CONFESOR, O.c., nota 45, 45.
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