NG200602001
(Cf.1 Celano, 21; 3 Cel 2). Guido II le recuerda que ha de restituir todo el dinero a su padre, Pedro Bernardone, para llegar a ser un converso 122 y por eso, una vez entregadas sus ropas, la Iglesia le acoge con su abrazo y le impulsa a comenzar la penitencia volunta- ria (Cf. Leyenda de los Tres Compañeros, 21). Este estilo de vida y su misión de predicar la penitencia 123 es lo que atrae a los primeros compañeros 124 que desde entonces se denominan “ penitentes de Asís ” 125 . Así permanecen hasta 1210, año en que Inocencio III les concede la tonsura y les encarga la misión de predicar (1 Celano, 39) 126 . c) El impulso de Francisco a los penitentes En los escritos y biografías es frecuente encontrar testimonios de sacerdotes, religiosos y laicos que quieren seguir los consejos de Francisco para llevar una vida espiritual dedicada a las obras de misericordia. “Corrían a él hombres y mujeres; los clérigos y los reli- giosos acudían presurosos para ver y oír al santo de Dios, que a todos parecía hombre del otro mundo. Gentes de toda edad y sexo dában- se prisa para contemplar las maravillas que el Señor renovaba en el mundo por medio de su siervo” (1 Celano, 36) . Pues a ellos parecen LA CARTA A TODOS LOS FIELES: EL FUNDAMENTO…(I) 265 122 Ante esta invitación, Francisco responde con una frase eminentemente penitencial: «Oídme todos y entendedme: hasta ahora he llamado padre mío a Pedro Bernardone; pero como tengo propósito de consagrarme al servicio de Dios, le devuel- vo el dinero por el que está tan enojado y todos los vestidos que de sus haberes tengo; y quiero desde ahora decir: Padre nuestro, que estás en los cielos, y no padre Pedro Bernardone» (TC 20). 123 (C.f., TC 25). 124 “«Hermanos, ésta es nuestra vida y regla y la de todos los que quisieran unirse a nuestra compañía. Id, pues, y obrad como habéis escuchado»... Abandona- das todas las cosas, se vistieron los dos el mismo hábito que hacía poco había vestido el Santo después de dejar el hábito de ermitaño;”(Leyenda de los Tres Compañeros 29). 125 “... muchos los acosaban a preguntas, diciendo: «¿De dónde venís?» Otros les preguntaban a qué Orden pertenecían. Como les fuese molesto contestar a tantas preguntas, decían sencillamente que eran varones penitentes oriundos de la ciudad de Asís; pues su Religión todavía no se llamaba Orden “ (TC 37). 126 Estos gestos denotan el paso del estado laical de la Orden de Penitencia eclesial al estado clerical como hermano Menores. Hay que pensar que clérigos son todos aquellos que ejercen un cargo eclesiástico y no sólo los ordenados sacramen- talmente.
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