NG200602001

“néphes”) y le capacita para pensar y actuar (en griego “pneuma”). El espíritu humano contribuye al compromiso del cuerpo (en hebreo “âdam”) con el mundo y la historia, y del corazón (en hebreo “leb”) a la vinculación afectiva con Dios y con el prójimo. Este espíritu se comprende de tres maneras que, articuladas entre sí, dan razón de su riqueza 3 . Es la búsqueda de sí, del fundamento de la propia exis- tencia (en griego “eros”), que quiere realizarse incidiendo en la rea- lidad que le circunda (“actio”) pero que a la vez es configurado por todo lo que existe (“passio”). Estas actitudes se dan en el hombre en mayor o menor medida dependiendo del modo de aproximación a la realidad o de su talante existencial 4 . Jesús se encarna en la “ humanidad y fragilidad” (2CtaF 4) del espíritu humano. Y lo hace en el momento en el que nuestro espí- ritu posee la tendencia más fuerte a creerse la raíz y el origen de todo lo que existe 5 . Incide sobre la realidad abusando de su poder 6 y, además, se deja llevar por lo creado dándole poder sobre sí mismo 7 . Jesús aglutina todas las dimensiones de lo humano, y las redime de la tendencia a independizarse de Dios 8 . Él, a lo largo de su vida, descubre el modo de relacionarse con el Padre y con el Espíritu. Y así aparece como: a) un hombre que tiene una preferen- cia absoluta por el Padre (“eros”), con un estilo de vida itinerante y pobre al servicio del anuncio de su Reino (“actio”) y con una dispo- nibilidad total a la voluntad paterna, pasando incluso por una muer- te de cruz (“passio”). 228 MANUEL ROMERO JIMÉNEZ 3 S. ARZUBIALDE, Theologia Spiritualis (Madrid 1989) 31-33. 4 El “eros” pertenece a la filosofía platónica, la “acción” a la aristotélica, y la “passio” a la “apatheia” griega. En Ib. , (nota anterior). 5 El problema del “Eros” se manifiesta en el Génesis: “ Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal. Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió” (Gen 3, 5-6). El hombre sin referencias se quiere convertir en dios de sí mismo. 6 Es el sentido superficial de su ser creado a “ imagen y semejanza ” de Dios y el mandato de dominar la tierra (Gen 1,26). 7 Es la recepción pasiva de todo lo que existe sobre el sujeto. Tiene el peli- gro de pensar que todo es recibido y que hay que vivir a la espera. En el terreno cristiano dio lugar a “quietismo”. Pero también hace referencia a la tentación de hacerse un dios (Ex 32, 1). 8 (Cf. Rom 5, 19-21).

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