NG200601004
sentado alguna vez, metafóricamente, un tipo de conocimiento men- tal diferente de aquel sensible. Buscando entre los autores de la anti- güedad, el paso más significativo se encuentra en san Pablo de Tarso, que aludió al espejo sin usarlo como metáfora del reconoci- miento o del “reflejamiento”, dándole un matiz mucho más sutil. “Nunc videmus per speculum in aenigmate, tunc autem facie ad faciem. Nunc scio ex parte, tunc autem cognoscam sicut et cogni- tus sum. Blevpomen a[rti di Δ ejoovptrou ejn aijnivgmati, tovte de provsopwn pro;" provsopwn: a[rti gignwvskw ejk mevrou", tovte dev ejpignwvsomai kaqw;" kai; ejpegnwvsqhn ”. (1Cor 13,12). Una traducción más o menos literal sería esta: «Ahora vemos por un espejo, de manera confusa, pero luego [veremos] cara a cara. Ahora conozco parcialmente, pero entonces conoceré perfectamen- te en el mismo modo en el cual yo soy conocido». La visión es aque- lla beatífica del Señor. Y el espejo no es el reflejo fiel de una reali- dad externa a nosotros; es más bien la metáfora de un conocimiento de nivel inferior ( en aenigmate , ejn aijnivgmati , de manera confu- sa) con respecto de aquella directa ( facie ad faciem ). Unamuno tuvo que conocer bien esta frase de san Pablo por haberla leído en los Evangelios, que llevó casi siempre consigo, y también porque, como lector incansable de San Agustín cuál fue, sería imposible que se le haya escapado una cita paulina tam importante que es retomada centenares de veces por el africano de Ippona (más que treinta sólo en el De Trinitate ). Una paráfrasis en versos de la Epístola a los Corintios recuerda al Cristo de Velázquez : “Llévanos Tú, el espejo, a que veamos frente a frente tu Sol y a conocerle tal como Él por su parte nos conoce”. Entréganos Tú, o Señor, el espejo que nos permita ver tu Sol a cara abierta, para conocerlo tal como Él nos conoce. «Conoceré per- fectamente de la misma forma con la cual soy conocido», escribía san Pablo. 180 SANDRO BORZONI
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