NG200601004

“S ÓCRATES : Supón, pues, para que no nos falte argumento, unos bloques de cera en nuestras almas [ ejn tai`" yucai`" ], capaces de recibir impresiones; en el alma de uno un bloque mayor, en la de otro, pequeño, en la de éste de cera pura, en la de aquél de cera adul- terada; en el alma de otro, un bloque de cera seca, y en alguien más de cera húmeda; en fin, en el alma de algunos, bloques en su justo medio. T EETETO : Así pongo. S ÓCRATES : De esto vamos a decir que es un regalo de la madre de las Musas, de Mnemosine; aquello de que queremos acordarnos de entre lo que vimos, lo que oímos, o incluso de entre lo que pensamos, lo imprimimos en este bloque por cuanto lo mantenemos para percep- ciones y pensamientos, como si sellaramos [ ejnshmaivnw ] con el cuño [ shmeiva ] de un anillo. Lo que se imprime, lo recordamos y lo sabemos durante todo el tempo que perdura la reproducción; pero si ésta se borra o no se ha podido llegar a imprimir, entonces olvidamos la cosa, no la conocemos” ( Theaet. 191c/e). La idea de un conocimiento como la de una imagen del mundo reflejada en el espejo mental —despejado y limpio— y aquella de un conocimiento como reconocimiento de las huellas dejadas por los objetos en nuestra alma —hecha de blanda y bien amasada cera— son muy parecidas. Además, Platón no habría podido usar mente en lugar de psyché , porque el concepto de mente es comple- tamente desconocido a los griegos. Poco más adelante, es el mismo Platón que puede utilizar el vocablo «espejo» hablando del error (opinar el falso) como de un fallido reconocimiento de la huella con su correspondiente sensible: “Resta pues, que opinar el falso consista en lo siguiente: […] me esfuerzo en aplicar el signo que me es familiar de cada uno de vos- otros a su propia sensación visual, para introducirla y adaptarla a su propia huella, y así se efectuará el reconocimiento; pero me con- fundo en ello, y como los que se ponen el calzado en el pie que no corresponde dirijo la visión que tengo de cada uno de vosotros a la señal ajena: tal como ocurre a los que se miran en los espejos [ ejn toi`" katoptroi`" ], la derecha se me va a la izquierda. Me pasa igual y yerro” (Theaet. 193c/d). 178 SANDRO BORZONI

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