NG200601004

firma o rechaza las pretensiones del resto de la cultura» (pp. 13-14 de la edición española) y cree que se deben legitimar y fundar las demás disciplinas; por otra, porque la idea de un conocimiento representativo está basada en la división del mundo entre físico y mental: una distinción que no tiene, según Rorty, ningún fundamen- to. La distinción entre físico y mental es conocida también por el hombre de la calle que, a pesar de estar ayuno de filosofía, no tiene dificultad en colocar « sueños, alucinaciones, creencias, actitudes, deseos e intenciones» (p. 25) en la esfera de lo mental, mientras aci- dez de estómago, mal aliento « y todo lo demás a lo que se puede atri- buir una localización clara dentro del cuerpo» ( ibid. ) en la esfera de lo físico. Pero saliendo del common sense , y entrando en el campo de investigación propio de la filosofía, tenemos que preguntarnos a qué favorece establecer esta distinción neta entre mental y físico, o bien material e inmaterial. Según Rorty esta distinción no favorece a nada, más bien, la idea de una mente inmaterial —o espiritual— es desviante. Por lo tanto, no se debe pensar en la mente como un espejo, un espejo que refleja la naturaleza que nos rodea; sin embargo, esta imagen ha tenido en el curso de los siglos un peso considerable por- que se ajustaba a nuestra mente de un doble modo: “En primer lugar, [el espejo mental] adopta nuevas formas sin cambiar – pero formas intelectuales, no formas sensibles como en el caso de los espejos materiales. En segundo lugar, los espejos están hechos de una sustancia que es más pura, de grano más fino, más sutil y más delicada que la mayoría” (p. 48). ¿Pero esta imagen de la mente como de un espejo reflectante, es de veras cartesiana, como dice Rorty? Si es verdadero que la metáfo- ra visual del conocimiento —que el americano justificó bajo el punto de vista metafísico, pero no gnoseológico (se refiere a la imagen de Theaet . 195c-198a)— es antigua al menos en la filosofía presocrática, más bien, al menos en Homero (el ciego adivino, Polifemo con un sólo ojo etc.) ¿cuándo exactamente se ha iniciado a comparar la mente a un espejo en sentido estrechamente gnoseológico? Lo que Rorty no analiza en su estudio es el momento en que la similitud entre mente y espejo reflectante, o si queremos la idea de una Esen- cia Reflectante ( Glassy Essence ) —para citar a Shakespeare como 176 SANDRO BORZONI

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