NG200601004

cruz. Blanco. Blanco espejo del padre de la luz, sol que da la vida. También la mística de la luz es algo de memoria franciscana. El cuer- po del Hijo del hombre en cruz es blanco como la luna llena. “... Blanca luna como el cuerpo del Hombre en cruz, espejo del sol de vida, del que nunca muere ” (I, IV, 43-45). Pero esta blancura no tiene solamente un valor poético. ¿Qué querrán significar exactamente estos versos, que acercan con tanta espontaneidad la blancura a la vida después de la muerte, al brillan- te, fúlgido espejo del alma que anhela ver las mismas raíces anterio- res a la vida terrenal? ¿Y cómo puede la humanidad de Cristo repo- ner a las tinieblas de Dios Padre la lumbre que parpadea ocultamente en su interior, y es espejo de Dios? “Tu pecho muéstranos la blanca eternidad que nos espera y en su fúlgido espejo el alma ansiosa ve sus raíces de antes de la vida. Tu humanidad devuelve a las tinieblas de Dios la lumbre oculta en sus hondones y es espejo de Dios”. (I, VII, 31-37). Anteriormente, he subrayado que el adjetivo “despejado” con- lleva un valor que no puede ser traducido sencillamente con la pala- bra italiana limpio , pero no di razones. Despejado es el adjetivo por excelencia del cielo de Castilla, el cielo de la dorada Salamanca, que es luminoso, sereno, de una transparencia casi sobrenatural . En español se usa también este adjetivo para la mente. No es raro escu- char la expresión «despejar la mente», que puedo traducir al italiano con «schiarirsi le idee» (aclararse las ideas). He aquí que el mismo adjetivo es traducido tanto con el italiano limpio como con el italia- no chiaro (claro), en diferentes contextos, justo porque, con su valor semántico despejado, también significa libre, vacío, sin interferen- cias. En la poesía Mar de Encinas , dulce para quien ha podido pro- bar el placer de vagar sólo y a pie, en el abierto campo que rodea a Salamanca, el paisaje se convierte en un mar, un mar verde que ESPEJO - SPECULUM 185

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