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sos estudios, pero de inteligencia despierta. Se consideran católicos, algunos incluso practicantes. Y aquellos que no practican no es por considerarse excluidos por su religiosidad especial, sino por detalles más nimios. Generalmente, no viven de su brujería y tienen otro tra- bajo normal aunque su práctica les sirve como fuente de ingresos secundaria. En casos de mucha fama y prestigio, sí se dedican exclu- sivamente a ello. Todos reciben sus poderes de un ser sobrenatural. Normalmen- te, sus prácticas no han sido heredadas de sus padres, sino que, a muy diferentes edades, han tenido un sueño, oráculo o especial revelación de Dios, la Virgen o un santo... que les ha ordenado que erijan un altar y se dediquen a su servicio. Suelen especializarse en un santo o Virgen concreta y en fun- ciones también concretas: Difuntos y espíritus, curaciones, asuntos amorosos, problemas, buena suerte, adivinación y negocios. Pero no desdeñan peticiones que se salgan de su campo habitual. Por regla general, podemos dividirlos entre los que practican la magia blanca y la negra. Vamos a trasladar algunas impresiones de entrevistas a algunas brujas dominicanas. Lila , es una mujer de unos 50 años, tiene buena figura y una mirada muy penetrante que, a veces, transmite un cierto magnetis- mo, otras casi es una mirada que da miedo. Vive en un barrio de Ázua y regenta un pequeño colmado, llamado “Espíritu Santo”. Desde los 17 años realiza los Palos públicos en El Batey, y ceremo- nias en su altar propio de Ázua. Ella se “monta” del Espíritu Santo (de ahí el nombre del colmado) y, cuando lo hace, dice tener pode- res curativos, está especializada en curar niños, pero además en sue- ños prevé el futuro y afirma haber salvado la vida a muchas perso- nas. Dice no cobrar en general, pero que le regalan mucho oro, y que cuando sana niños también le pagan con dinero, en fin, que aunque diga que no cobrar, cobra de una manera u otra. En el altar de brujería de Lila, predomina el color rojo, atribui- do al Espíritu Santo. 162 JOSÉ IGNACIO URQUIJO VALDIVIESO