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de una ética de actitudes, fundada sólo en la esencia del hombre. Tampoco tendría mucho que ver con el principio agustiniano del ama et fac quod vis , que se inscribe en el contexto bien diferente de la revelación y del amor. ¿Tendría todo esto aplicación en la vida concreta? Pensamos que sí. Dice Heidegger: “Sólo tal unión (con el ser) permite sopor- tar y vincular. De otro modo toda ley se queda en hechura de la razón humana” 49 . Buscar un fundamento más profundo parece nece- sario, si se quiere que las hechuras de la razón y las teorías del con- senso sean vinculantes. Pero encontrar ese fundamento en la filoso- fía de Heidegger no parece posible. Parece más bien que las vías que quedan abiertas serían las de la prudencia, la búsqueda, el escu- char la palabra del ser y la decisión en la situación concreta. Aplicaciones concretas o normas para la praxis no se encuen- tran en Heidegger. Hay en sus escritos temas que incluyen una pos- tura, como la crítica de la técnica o de la ciencia moderna. Pero tam- poco en estos casos se pasa de lo general. Se ve la técnica o la ciencia en el contexto de la metafísica occidental desde el contexto general visto, de la relación del hombre con el ser o con el evento. El aspecto crítico frente a la situación presente sí se encuentra en Heidegger, el cual señala una y otra vez deficiencias en la misma. De una visión así del hombre y de esta crítica se derivan, sin duda, aplicaciones prácticas; pero inútilmente se buscan en Heidegger. Que para el hombre concreto y para su situación histórica con- creta se necesite más que reflexiones ontológicas, parece obvio. Que esto falta en la filosofía de Heidegger, también parece claro. Lo que aportaría Heidegger serían orientaciones para una ética no metafísica, en la que se considere el ser y el hombre como históri- cos; una ética que deberá permanecer abierta a la relatividad de la historia y que no podrá tener certezas apodícticas. M ODESTO B ERCIANO Profesor Emérito Universidad de Oviedo 136 MODESTO BERCIANO